lunes, 24 de diciembre de 2012

Amo. Duelo. Con el estruendo de la vajilla de porcelana corriente que guardó años la nonna en la alacena. Con el silenció de Tita que ya no está.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Día 136. México

Regresé, o me fuí hace quince dias. Hace quince días que no sudo por las mañanas ni veo el atardecer. Que no me baño con la puerta abierta ni camino desnuda por la casa disfrutando el sentir de mi cuerpo y el calor de la casa. Ya no duermo con el canto de los "tokes" ni el murmullo de los geckos. Estoy tranquila. Entre cajas, entre cambios. Las cosas se me caen de las manos y las ideas invaden mi cabeza como las hormigas en la casa que ya no tengo.
El mar se volvió concreto y el atardecer pantalla. Quince dias que creí lejanos. Me voy de nuevo. Al verde y los abrazos. La familia y un mar distinto. Con olas que me recuerdan la distancia y un sol calido como el abrazo de la nonna. Hace quince días que no sudo al amanecer.
Tengo el cansancio de la distancia. El peso del cambio. El dolor de la ausencia.
Tengo la boca seca y las manos llenas de cosas que me sobran.
La distancia con el mar y un dolor de vientre agudo.
Tengo la alegría parda de quien elige. La nostalgía de quien renuncia.
La risa callada,  seca, del viejo. La ilusión de mis pasos.

Tengo el cansancio eterno. La antesada del capullo. El recogimiento. La alegría del miedo.
Tengo la ausencia que me colma. La alegría de la piedra.

Tantos días sin palabras. Me las robaron y quien las tiene no se resigna a venir a entregarmelas en un abrazo.  Me hacen falta las palabras que algún día fueron tuyas. Hoy vuelvo. Tengo historias viejas y algunas que recreo a medias, inventando parques a los que no fuí y personajes asombrosos que me hubiera gustado conocer. Tengo el mar de lejos y una sala atiborrada de cajas de arena esperando a ser abiertas. Planeo recrearlo todo, entre Tlalpan y Periférico. Un mar profundo en el cual pueda hundirme hasta las sienes. Un mar de palabras. Mío, mío, mio. Aveces tengo miedo. No conozco las palabras que escribo.

Luis. Quiero agradecerte el tiempo. Lector asiduo. Quiero contarte lo que aún no comienzo a hacer. Compartirte el año que viene. Compartirselo a tus ojos que me miran como si tuviera yo, algún secreto que no me pertenece.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Bali. Berbahagia


11 Nov 2012 Canggu, Pantai Berawa. Regresando de Batur. No puedo creer que sea 11…

Regreso hace menos de 10 minutos del volcán y lago Batur. Mareada, con unas inmensas ganas de mear, hambre y el cuerpo mojado como el agua que desee todo el camino. Después de 3horas sin alto de carretera. Después de tres horas de contarles en mi cabeza sobre este lugar, sobre mi alegría y el verde. Regreso a abrir la computadora para escribir. Muevo los dedos vertiginosamente porque temo olvidar, pero más que nada, porque temo que no entiendan. Aun así mis dedos no huelen a campo ni están teñidos de violeta como el atardecer. Llevo días, meses (no puedo creer que sea 11)… pensando en como comunicarles Bali. Videos, fotos, narrativas, llamadas. No lo se. No lo se y me duele saber que ustedes tampoco lo sabrán. Pero desde aquí, desde mi terraza escribo lo que puedo. Lo que se como poner en palabras. Hasta el sudor que recorre mi espalda desnuda y nuestro perro adoptado que duerme a mis pies. Mi casa pueden imaginarla como quieran que igual es bella. Cuando la vayan irguiendo en su mente pónganle paredes blancas y ventanas negras de madera. Un pequeño templo afuera que ahora esta derrumbado. Un templo caído como irresponsabilidad máxima de “los polacos”. Esos cuatro amigos risueños y apestosos que albergamos en la casa una semana. Un templo que ahora llama a ceremonias y ofrendas diarias. Mi casa está siempre abierta. Los ventiladores zumban como los mosquitos de noche antes de que se los coman los geckos y “guenda” el gigante animal-misterio que vive en nuestro techo y por las noches hace pensar en fantasmas y dioses . Hace calor. Panas sekali. Un calor que nos obliga a pegarnos a las sillas y a cualquier objeto sobre el cual recarguemos o posemos nuestro cuerpo. Un calor ser que te posee por completo, inutilizándote, enamorándote y probablemente no me deje olvidarlo jamás. Tomo café… sin colar. Un café negro y amargo que te pasa por la garganta como arena fina. Comeré nasi campur (arroz mixto)… Un bufete de sabores de los cuales eliges lo que quieras (hoy incluye tempe, coco frito, arroza blanco, fruta hervida, verdura con chile y tofu) y lo llevas a casa o lo comer ahí por 7,000 rupias. 70c de dólar. Cuando hablas indonesio es más barato. Cuando te reconocen en el lugar, es más rico. La playa a 1 km es gris y violenta, el mar baila con la gente diminuto color chocolate a sus orillas. Yo la extraño cuando estoy apenas partiendo después de horas tumbada a sus orillas.

Las carreteras aun me espantan… sus curvas pronunciadas de montaña me recuerdan la caída y el cuerpo se me tensa tanto que recuerdo rocas. 120kmen dos nuevos días.  Cuando vas por la montaña las curvas son pronunciadas y como por asalto, la carretera se mina de agujeros y grava que hace bailar a la moto en todas direcciones. Pienso en el miedo que es blanco como la nieve que no hay. En el silencio de la caída y en los segundos que a diferencia de todo pronostico, no se piensa en nada. Entonces los veo a ellos. Familias de cuatro bajando a mi lado mientras uno de ellos contesta un mensaje por el celular y la madre sostiene a un bebe medio apretujado en el medio. Mi miedo ríe. Ríe de mí, de mis hábitos y mi extranjería con estas tierras que cada día quiero más. Después de la montaña están los lagos y el volcán que subí hoy a las cuatro de la mañana entre cólicos y mareos. Desde donde vi salir el sol de Bali con sus cielos naranjas y su lago al centro de una tierra minada por lava y piedras que no asemeja en nada a la isla que hace meses hábito. De nuevo abajo, logré deshacerme por fin de mis tenis que hace dos años aprietan los diez dedos de mis pies cada vez que los calzo. Pero lindos ellos. Siempre creí que cederían. El sol salió entre nubes y montañas. Recorrimos sus cráteres, sus cimas y sus resbaladillas de arena volcánica entre dos pendientes de piedra y camino directo al desastre. Mil setecientos diecisiete metros de altura. Después de la montaña están los pueblos salpicados por templos. Las calles te cierran el paso como religiosas, con sus letreros brillantes “hati-hati ada upacara” con cuidado que hay ceremonia; cinco, seis veces al día. Bajo la velocidad y paseo junto a viejillas arrugadas y curtidas como frutos. Niños-señores de blanco y pareo, que cargan canastas con ofrendas y caminan rumbo al templo. La gente en Bali no tiene dinero porque tiene ceremonias. La gente en Bali aún recuerda que le debemos todo a la tierra, al volcán y a los árboles, a quienes agradecen y respetan. Recuerdan que vivimos en comunidad, que no hay tiempo que no pueda esperar. Saben que es mejor un momento de risa en compañía que el salarió entero de una jornada.

Bajo de la montaña y llego a las calles ríos de Denpasar. El tráfico me golpea así como el sudor frío en la espalda. Esquivo coches y camiones, esquivo motos al son de alguna canción que ya me tiene cansada de mi celular. Encuentro poco a poco el rumbo a casa. A veces olvido que manejo una moto hasta que volteo a ver mi cuerpo tan desprotegido sentado en ese pequeño asiento-chiste. Cuerpo mitad piel mitad metal colorido que nada entre bandadas de peces ruidosos entre ríos de arena y asfalto. Nos comunicamos a gritos, con bocinazos que asemejan alaridos de terror. Cada quien en su propia prisa. Cada uno en un Bali distinto que no es el mío. Mi Bali nada conmigo, sobre mi moto, entre los pliegues de mi barriga. Acelero para pasar la ciudad y sus lluvias de polvo que me bañan la cara. Cara hollín que descubro siempre asquerosamente negra al volver a casa. Como un suspiro, encuentro de nuevo el verde. Los campos de arroz que no han sido cortados. Mi ropa colgada afuera de la lavandería de Ketut en la esquina. Llego a casa. Esta casa sauna que me llora por las tardes de alegría.

Me gustaría poder contarles el olor del mar y el sabor del arroz frito que como a diario. Contarles, explicarles, como cada día me siento un centímetro menos extranjera. Menos Bule. Contarles lo empinado de las calles y el calor de mi cuerpo. Hablarles de ellos. De está gente que hacen de una isla cualquiera, uno de los lugares más bellos sobre la tierra. Adopto palabras e invento unas cuantas otras. Quizá si pudiera contárselos en indonesio. Quizá así, leyéndome como sueno cuando río con las señoras del mercado que quieren casarme con sus nietos; puedan entonces saborear el Gado-Gado que prepara Ayu y sentir la sal aglutinándose en los vellos de sus brazos. Quizá si escuchan de ellos el Gayatri mantra, que  yo ya cantaba en México como sabiendo que llegando a aquí lo reconocería en todos lados y me recordaría casa, quizá entonces entiendan las flores y las pequeñas ofrendas hechas con palma, llenas de comida y detalles que inundan las calles y los mercados. Las montañas y las carreteras. Quizá si les digo a gritos “aku bahagia, berbahagia disini” entonces entiendan. Quizá lo entiendan todo, porque aquí se invento una palabra para decir que uno es más que feliz. Que eres feliz de corazón. Feliz del alma.

Aku berbahagia disini. Senang untuk hati aku.
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JULIÁN

      Tirado en el sillón de está casa, en la cual parece que flotamos en lugar de dormir y nadamos a cambio de no caminar. Tirada junto a ti, Julián. En nuestro sillón morado en el cual nos aglutinamos pegajosos por el sudor a pesar de tener cuatro habitaciones más en las cuales posar nuestros cuerpos. Pienso en el futuro que aún no es nuestro y me veo desde aquí. Allá. Me encuentro sentada, aburrida pensando en el sillón morado en el que me tiraba contigo a pasar las tardes húmedas en Brawa. Estas tardes sauna que ahora son tan nuestras como la piel que se confunde y el agua que nos recorre cayendo lentamente sobre el suelo y sobre nuestros propios cuerpos. Estoy mayor y aburrida a la sobra de algún árbol. Probablemente sola. Sentado en alguna cocina mugrienta en donde el cochambre me recuerda la sensación de mi cuerpo ahora. Contigo. Y desde ese futuro que no es, pienso en este presente que me recorre todo el cuerpo, solo para comenzar a irse. Recuerdo nuestros cuerpos jóvenes tostados por el exceso de sol. Recuerdo la casa, cada esquina. El patio salpicado por flores de ofrenda y el incesante murmullo de los ventiladores, que como abejorros gigantes inundan la casa secando por momentos partes distintas de nosotros. Recuerdo perfectamente el blanco y el morado. Tu risa y nuestra complicidad. Toco mi piel y de nuevo es tersa, con granos de arena escondidos entre los pliegues. Volteo y me sonríes diciéndome alguna frase en ese indonesio que siempre amamos tanto pero nunca aprendimos bien. Cierro los ojos con furia. Puedo desde mi futuro lineal saborear mi presente. Mi presente fugaz. Mi presente instante de pieles y agua. Aprovecho la risa del recuerdo para transportarme en el tiempo. Y me veo de nuevo. Escribo estas líneas que leeré cuando vuelva adelante. E intentare nadar en línea otra vez hacia esta casa y hacia ti, y no podré más que desde mi cocina herrumbrada. Ahora soy ambos, ahora conozco los dos y el viaje en el tiempo se ha vuelto una realidad. Vivo un presente que añorare seguro. Pero lo vivo sabiendo desde donde lo recordare y lo vivo doble. Doble porque lo viví y porque lo revivo a cada instante. Cada beso de sal. Cada gota que empapa mi ropa con pequeñas manchas de humedad. Huelo a dulce, puesto al sol. Olfateo mis ante codos y mis brazos. Pegando mi nariz a los rincones que alcanzo de mi cuerpo. Huelo esta casa abejorro. Este hogar arrocero.

      Y tú, ya te me mueres. Te me mueres, Julián. Te me mueres como moriré yo muy pronto. Te mueres y dejo de ti todo en el olvido. Porque la muerte es como un animal voraz cubierto de espanto. Un animal hambriento que te devora hasta las cejas que nunca te sirvieron de nada. Mas que para mi risa. Hasta tu pierna mala y tus ojos encataratados que no te dejan ni verme llorar tu muerte. Te me mueres Julián, aquí al ladito. Como si en lugar de morir estuviésemos tomando. Cómo si jugásemos a las cartas y hoy lo hubiéramos ya dicho todo. Callados. Yo lloro y me prendo de tu camisa rasgada que huele a la podredumbre de la única muerte que conozco. La mía, que ahí viene despacio por el camino de piedras. Porque la maldita se te adelanta. Porque la veo hace días rondar fuera de tu casa cuando en las mañanas te llevo los cigarros y los cuentos. Sé que prometí cuidarte a tu perico, pero te prometo que morirá de hambre. Porque me voy detrás de ti. Te busco en donde hace años perdí las palabras. Buscándote entre todos los campos que nunca pisamos y en cada cantina en la que buscamos pleito al estar aburridos. O mujeres, o ambas. Te me mueres como se murió el perro de la vecina. Solo, conmigo. Callado. Como por elección propia. Se fue quedando tieso después de una buena llorada. Pero tú no lloras. Julián. Y yo aquí, que te veo que vienes y vas como indeciso. Quisiera poder sobarte el dolor de tus huesos la noche entera. Quisiera poder quitarte el miedo que no tienes. Ese miedo que te cristaliza los ojos cuando doy la vuelta a la esquina. Abrazarte entre tu olor a partido y medicina. Qué amargo es el olor de la medicina Julián. Desde que nos sentamos en las tardes junto a tus frascos y agujas no puedo dormir en las noches sintiendo que la muerte me ronda. Hueles como las flores que reconocí por primera vez en el entierro de mi abuela. Las flores que para siempre han sido todas. Me jodieron el romanticismo de cortarlas, de recibirlas y sobretodo de agacharme ridículamente a olerlas. Te me mueres de a poco, como el pequeño pájaro que tan solo ayer se estrello contra el cristal. Me senté a verlo en la acera creo que casi tres horas. Se movía quedito, primero entre ansiedades y sueños futuros. Pero pronto adopto tu calma amigo, y casi podría haber dicho que el parecido fue esplendido. Te volviste pájaro y el pájaro entendió tu dolor y la ausencia de tu miedo. Por un instante tú volabas cielo arriba, y aquel pequeño animalito decidió hacer un alto en las convulsiones para descansar sereno en el asfalto. Vi como se quedaba dormido, mientras tu. Tan tranquilo y risueño surcabas los cielos de Berawa sobre mi cabeza cana y despeinada. Anda, tomémonos esta última botella que al final el dolor es el mismo. Lo compartimos, lo prometo. Cuando te llegue el espanto, me voy. Me largo y te dejo con tu lora esa que parece perico. Julián. Vamos anda, tomate otro trago. Yo te tomo de tu mano pegajosa por la humedad de la tarde. Tu mano huesuda y sucia. Escarchada por migajas de esas golosinas que paseas entre los espacios que abandonaron tus dientes, el día entero.  Tu mano; un saco lleno de huesos de pollo. Como el saco en el que pronto descansaran los tuyos, frágiles y flacos. Y yo viendo morir a tu perico. Y él viéndome morir a mí. Cada cual desde su jaula. Me miras risueño desde los campos de azaleas que alguna vez tuvo mi madre. A quien Julián, debo confesarte. Ya no recuerdo. Te lo digo llorando. Ya no la recuerdo. ¿Qué no nos ha robado el tiempo, si se llevo la cara de mi madre? Recuerdo sus anchas cadenas y la falda gris que andoneaba en el viento que traía la sal del mar de otrora. Su voz amarga y su risa amarillenta por el tabaco. Y cuando ríes, de pronto pienso en ella. Entonces me lleno de ternura y tú dejas de entender lo que nunca entendiste. Te sirvo otra copa, te tomo la mano y te miro los ojos turbios. Tus ojos que ahora pueblan mares y ríos. Que hace meses confían en que soy el mismo solo por el sonido de mi voz, la necedad de mis historias y mis lágrimas que surgen lentas y constantes como las viejas que salen de la iglesia a todas horas. Es el recuerdo que llora Julián. Son las historias olvidadas y todo aquello que a pesar de que perdí, siento que me han robado. Es tu pierna mala que te obliga a arrastrarte hasta mi zaguán, y mi hígado podrido que me retuerce en las noches solas. Las malditas oscuras que llegan siempre de golpe y tardan en irse tanto como tu.

      Espera, que aún no he terminado de llorar. Cuando descubrí el mar por primera vez a mis ocho años, mucho antes de conocerte, corrí frenéticamente hacía el y me hundí en su agua alegre. No recuerdo bien si fueron días o meses, pero viví en el mar y llene de su agua todas mis entrañas. Probé su agua y decidí que quería beberla hasta ser un hombre de sal. Un hombre pez. Después de meses obstinado en crecerme escamas cuatro brazos anchos y peludos me arrastraron fuera de sus orillas y mi madre lloraba en un banco. Yo no entendí bien que pasaba, pero nunca más me llevaron a sus orillas. Cuando pienso en el mar y me desnudo de prisa frente al espejo buscándome las branquias que ya no encuentro. Me viene una angustia y un deseo enorme de cubrirme todo de agua de sal, y lleno cubetas y cubetas en la cocina. Meto mis pies y mis manos y a veces mi cabeza completa. Despierto tendido en el piso sucio y húmedo de mi casa, y voy a buscarte. Julián vamos al mar. Te llevo conmigo y entonces nos volvemos peces. Te prometo que solo es cuestión de sumergirse el tiempo necesario. Después todo surge y toma forma por si mismo. Las branquias se desarrollan y la piel se cubre de pequeñas escamas arcoíris que nos cubren poco a poco. Así, dejas de volar sobre mi cabello cenizo para hundirte conmigo y jugar a que bailamos entre erizos de mar y anguilas  pardas. Con la panza siempre llena. Ya no hay hambre ni miedo. En el mar los recuerdos se agüitan y entonces se puede nadar, como nado yo en las cataratas de tus ojos. Espera Julián, No te eleves así tanto por encima que no vas a poder escucharme. Vamos a nadar mejor al mar. No me dejes aquí solo con tu perico que no soporto. Espera Julián, no te mueras. Dame un minuto que hago la maleta y nos vamos. Ya puedo oler la sal que se mezcla con las margas medicinas. Espera, que me quite los zapatos. Anda, Julián, abre los ojos, que de menos nadamos entre tus ríos y mis lágrimas un par de días.



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Extraño explicar esta emoción... este gustorgullosusto

http://colectivomachincuepa.blogspot.com/2012/11/ganadores-del-primer-concurso-al-fin.html?spref=fb

sábado, 20 de octubre de 2012

Pies de mar.

Mawun, Kuta, Lombok, Indonesia. 10:07pm 15 octubre 2012

Me pregunto en cuantos sitios no he escrito. Desde cuantos rincones atiborrados de polvo. Barrancas de espanto. De cuantos sitios extraños, calurosos como el miedo. Fríos, paralizantes, no he escrito. Cuantas sillas. Madera, metal, bancas, tierra, silla-banco, silla-comida rápida, silla avión, silla aeropuerto, silla casa, silla nueva-casa, silla mía, de él, de ella. Pensado en ustedes. En ellos. En mi anhelo de compartir este sentir. Esta alegría que me nace en los huesos y se esparce lentamente por mi cuerpo como la leche que chorrea por la olla vieja de latón en las mañanas, cuando sueño con café. A veces por borbotones, cómo yo. Cuando siento el viento golpear mi cara. Cuando un ataque de adrenalina me encuentra a salvo después de un gran miedo. Cuando me topo de frente con el mar después de horas incesantes sobre montañas y entre pueblos extraídos de cuentos que aún no escrito y nadie ha leído. Paso pequeños diminutos puestos que venden todo tipo de productos indeseables, niños desnudos convencidos de su invisibilidad a la orilla del río, ancianos lentos como el tiempo que en este país se hizo de hule. Encuentro el mar a media duda. Entre una pregunta y otra. Entonces, lo interrumpe todo. El mar y sus baños de olvido. Entro en el agua como quien de pronto entendió un acertijo que lo tenía en el insomnio hace más de 18 años. Entonces el agua, agua verde-azul cobalto me cubre el cuerpo besándome como no lo ha hecho nadie, y las dudas, que nunca estuvieron y los miedos que no siento se escapan a bandadas entre las olas jugando con pequeños peces de colores que muerden mis piernas color canela.

El miedo de volver a la ciudad lo persigo, lo espanto, acelerando la moto en calles polvorientas que nublan mis lentes baratos y me dan un aire altivo de turista extraviada. El polvo que entra danzando por mi  nariz y garganta sustituye las ansias de un cigarro, me deja con un olor a calle que reconozco en los hombres que me llevan en sus motos, cuando me encuentro perdida o agotada caminando por algún sitio que no se parece en nada a mi vida. Un olor a motocicleta y a tráfico que solo ahuyenta al mar. Yo. Siempre vuelvo al mar. ¿O será que el vuelve a mi? Como se regresa siempre a la misma orilla.  Como si supiera que lo necesito para limpiar mi mente y satisfacer mi tiempo de hule que expando hasta el infinito con la delicia que representa estar viva. Que es ser.

Me descubro, tres minutos al día. Justo entre el dormir y tú. Extrañando la nieve. Se me futura, bajo su incesante recuerdo de vida. Cuando el frío, así como el calor o el dolor agudo de tus finos huesos de aguja que no son míos, me calan debajo de la piel, comenzando despacio y con una mentirosa promesa de nunca terminar. Entonces, despierto. Abro los ojos y pruebo a recordar cada cuadro de lo que sucede, cada fragmento de sentir y de ser que no logro expresar ni capturar en nada más que alguna triste fotografía. Un esbozo de carta. El frío-calor se convierte en la alegría que llevo guardada entre la medula y alguna otra parte sin nombre de los huesos. Por momentos se esconde. Juego a que sufro. Entonces; La carcajada. Como ellos, mis amigos de indonesia quienes ríen porque entendieron que lo  tienen todo. Siento la arena bajo mis pies y entre los pliegues de mi ropa. Entre los pliegues de mi vientre, de mis brazos y la delgada piel que une los confines de mis dedos. Se me amarra al cuerpo, abrazada, decidida a pasear conmigo todo el día y regresar a algún otro espacio-hueco-piel al día siguiente. Esta arena artista, que me pinta de pequeñas motas la piel que a ratos no reconozco como mía. Tostada y polvorienta. Húmeda, siempre goteando. A veces goteándote, goteándome. Se desliza de mi y desde mi, todo aquello que con el tiempo me ha llegado a sobrar.

 Se terminan las palabras prestadas en la hora justa. También con ellas regreso la electricidad prestada del pueblo y el internet que nunca tuve. Mañana, quizá. Besok. Pruebo a invocarlos. Entre las olas que revientan en Brawa y que ahora escucho desde mi cama, les susurro palabras que no entiendo.

 

 

martes, 2 de octubre de 2012

Kitch according to Milan Kundera / El kitch según Milan Kundera

“El ideal estético del acuerdo categórico del ser en un mundo donde la tristeza (representada por la alegoría de la mierda) es negada y todos se comportan como si no existiese, se llama kitsch”

“El kitsch elimina de su punto de vista todo lo que en la existencia humana es esencialmente inaceptable”

“El kitsch provoca dos lágrimas de emoción, una inmediatamente después de la otra. La primera lágrima dice: ¡Que hermoso, puedo observar como soy feliz y hago a otro ser feliz! La segunda dice: ¡Qué hermoso, que todos vean que somos felices!”

“Es la segunda lágrima lo que convierte el kitsch en kitsch”

“La hermandad de todos los hombres del mundo sólo podrá edificarse sobre el kitsch”

Battanbang and its beautiful French colonial style along the river

Sábado 1 de septiembre del 2012 11:03am / Día veintiséis. Phak Villa en Battanbang, Camboya. Sentadas en la terraza de nuestro pequeño hermoso lujo de dos días, sopesamos las posibilidades y las distintas rutas para llegar a Phnom Penh. Los caminos, camiones y pueblos que cruzaremos. El viaje se supedita a las posibilidades y horarios de transporte que existen. Lo habíamos experimentado ya en Laos en donde no pudimos movernos de Muang Khoua a no ser que pagáramos una panga propia o que decidiéramos esperar en el margen del río a que se juntara la gente suficiente para hacer el viaje río abajo. Tiempo indefinido. Con suerte pasaría una vez, esta semana. Este hermoso oasis en Battanbang nos ha dado las fuerzas y el descanso necesario para seguir viajando de noche, sin aire, sin agua caliente y con baños de pronto tan sucios que te hacen aguantar las ganas de mear toda la noche. También nos malacostumbra a un trato que se extrañará. Un trata que podemos pagar pero decidimos no hacerlo por demasiados días. Cada estilo de viaje con sus beneficios, sus lecciones, sus méritos. Battanbang prometía similitudes con Luang Prabang. No solamente en la pronunciación, sino en su ambiente, sus casas coloniales al lado del río y sus pequeños cafés. Al parecer, para bien y para nuestro aburrimiento, esté fue el mejor lugar para invertir en un hotel con aire y con alberga. La ciudad pareciera desierta. Habitada por pequeña gente en zapatos plásticos que camina cabizbaja por las calles y el mercado con pisos cubiertos de basura. Las mujeres camboyanas caminan en coordinados de pijamas por las calles; andan en motocicleta y venden productos. Pareciera ser que no nos enteramos de que esto era ropa camboyana o ellos no se enteraros de que los coordinados con muñequitos y de colores pasteles los usamos nosotros para dormir. Solo cuando no se duerme desnudo. Battanbang es callada, y lluviosa. Todas las calles menos la principal, son de tierra y pequeños locales tipo mercado adornan las banquetas. Todos con letreros plásticos y cuando el presupuesto da para más; luz neón. (En estas zonas de Asia, se atesora la luz neón) Hoteles gigantes salpicados por la ciudad, saltan a la vista con gigantes letras iluminadas y fachadas decoradas con columnas de espejos multi-colores. Es evidente que la belleza es algo completamente subjetiva, es evidente también que a su manera procuran crear una ciudad atractiva para el turista. El kitch se podría haber inventado para los turistas. (El kitch según Kundera, es el que me interesa) Es la gente, quienes salvan a Camboya a pasar a tercer lugar en mi lista de países de este viaje. Son las sonrisas, las risas y los innumerables “thank uuu” que recibes por las calles. Niños aparecen por las esquinas menos esperadas gritando “hellooo” “wats ur nammm” “were uu phromm?” todo en una sola larga palabra-frase. No se bien aún si esperan respuesta, pero cada vez que puedo, la doy. La gente es sencilla y honesta. La pobreza es grande y con ella la necesidad. Los choferes de tuk-tuk piden trabajo, no dinero, y cuando se les da, lo agradecen con una sonrisa. Siempre ayudando, siempre riendo. A veces no puedo creer que después del genocidio, de la masacre que han vivido, después de las condiciones que viven cada día, esta gente inunda las calles con sus risas. Pieron fue nuestro chofer por dos días en Angkor Wat. Enorme, espeluznante, imponente ciudad verde de castillos y templos. Pieron nos esperó siempre buscándonos entre la multitud sin quedarse dormido bajo el sol de 42°. Nos recogía con el motor encendido a la salida de cada templo, sonriendo, preguntando cómo había estado, qué queríamos hacer, qué más hacia falta. Con todo y el casco de la motocicleta puesto, frenaba cada vez que escuchaba el clik de mi cámara fotográfica, para que pudiera hacer una mejor toda a lo que fuera que estuviera llamando mi atención. Después de un tiempo comenzó a decir el solo lo que debía de ser una buena e interesante escena para mí. Frenaba anticipadamente avisándome que debía tomar fotos. ________________________________________________________________________________ Saturday September 1, 2012 11:03 a.m. / Day twenty-six. Phak Villa in Battanbang, Cambodia. Sitting on the terrace of our beautiful little luxury of two days, we weigh the possibilities and different routes to Phnom Penh. The roads, trucks and people that cross. The trip is subject to the transport options and times there. We had already experienced in Laos where we could not move from Muang Khoua unless we paid a panga own or decide to wait on the river bank that will meet enough people to make the trip downstream. Indefinitely. Hopefully happen once, this week. This beautiful oasis in Battanbang has given us the strength and the necessary rest to continue traveling at night, no air, no hot water and suddenly so dirty bathrooms that make you hold in a piss all night. We also malacostumbra to treatment that is missed. One is that we can pay but decided not to for too many days. Each type of trip with their benefits, their lessons, their merits. Battanbang promised similarities to Luang Prabang. Not only in pronunciation, but in its environment, its colonial houses along the river and small cafes. Apparently, for good and for our boredom, this was the best place to invest in a hotel with air and houses. The town seems deserted. Inhabited by little people plastic shoes walking in the streets and head down the market with floors covered garbage. Cambodian women pajamas coordinated walk in the streets, ride motorcycles and sell products. It seems that we did not know this was Cambodian clothing or they do not take cognizance of that coordinated with pastels dolls and we use them to sleep. Only when no sleep naked. Battanbang is quiet, and rainy. All the main streets less, are dirt and small local market type adorn the sidewalks. All with plastic signs and when the budget allows for more; neon light. (In these parts of Asia, is treasured neon light) Hotels dotted around town giant, glaring with giant illuminated letters columns and facades decorated with multi-colored mirrors. Obviously beauty is completely subjective, it is also clear that in their own way seek to create an attractive city for tourists. The kitch could have been invented for tourists. (The kitch according to Kundera, is what interests me) It's the people who saved Cambodia to move to third place on my list of countries for this trip. They are the smiles, laughter and countless "thank uuu" you get the streets. Children appear most unexpected corners shouting "hellooo" "wats ur nammm" "were phromm uu?" All in one word-long sentence. Not even if they expect good response, but whenever I can, I give it. The people are simple and honest. Poverty is great and with it the need. The tuk-tuk drivers ask for work, no money, and when given, I thank you with a smile. Always helping, always laughing. Sometimes I can not believe that after the genocide, the slaughter they have lived, after the daily living conditions, these people flooded the streets with their laughter. Pieron was our driver for two days at Angkor Wat. Huge, scary, green city imposing castles and temples. Pieron always looking for us we waited in the crowd without falling asleep in the sun of 42 °. We gathered with the engine running at the exit of each temple, smiling, asking how she was, we wanted to do, what else was needed. With all the motorcycle helmet on, whenever I heard slowed the clik of my camera, so I could make a better all to whatever it was that was calling my attention. After a while he began to say only what must be a good and interesting scene for me. Advance slowed telling me I should take photos.

martes, 28 de agosto de 2012

Elefantes y cadenas

Lunes 27 agosto 2012 11:03am / Día veintiuno. Laos Airlines. En algún lugar entre las nubes, sobrevolando Laos. Rumbo a Cambodia. No se por donde comenzar. El calor y los deseos de conocer me han tenido lejos del teclado. Las caras y los sucesos se me van acumulando como hojas de papel que poco a poco forman un libro. O quizá solo un montón de hojas. Los templos dorados y las figuras de monjes de todas las edades recorriendo la ciudad como visiones de pequeños seres ataviados de naranja. En calma, siempre en calma. Ocupados con pequeñas tareas como barrer los templos o recorrer callejuelas en busca de secretos. Secretos que nunca conoceré. Tengo las ansias de cuando pierdo algo. Hay tantas cosas que pasan que necesito escribir pero no quiero contarles. ¿En donde está la línea entre honestidad e intimidad pura? La diferencia entre translucido y transparente. Quiero hablar de mis miedos y mis ansiedades, de mi inseguridad de siempre y mi vejez aparente. Vejez prematura a ratos. Hablar de mis dudas. Del futuro que aún no existe y del pasado que me llena de recuerdos. Me pregunto que pasa por la mente de cada persona que me cruzo en el camino. Me pregunto si se pregunta que pasa por la mía. ¿En dónde cabe su felicidad y sus sueños? ¿En el mismo lugar en donde nuestra cabeza se llena de dudas y de deudas? Camino junto a sus pequeñas y sencillas casas de madera. No conocen la privacidad. La intimidad en un concepto ajeno. Occidental, como todos nosotros que caminamos por las calles con cara de asombro, con pieles menos doradas y con ropas que nos delatan a metros (a pesar de haber procurado no vestir lo más obvio). Sus casas comienzan con grandes portones abiertos de par en par, o cerrados con cristales que las delatan como grandes vitrinas de calles comerciales. Muestran iluminada el área común más importante del hogar. Familias enteras sentadas en el piso en pequeños tapetes y platos comunes al centro-Ríen, juegan cartas o hablan de temas que no entiendo. La televisión siempre al fondo. Aglutinador social. Occidental y Oriental. ¡Cómo me gustaría sentarme a escuchar sus pláticas! Sentarme camuflageada por completo, con mi piel que cada día asemeja más a la de ellos. Pero con tantas preguntas. Preguntas solo mías. Preguntas que atesoro como quien colecciona sellos postales. Con ahínco, con mucha atención y desde muy pequeña. Quien diga que la gente en Asia es floja, miente. La gente trabaja todo el día. Los mercados. Los tuk-tuks; pequeños camiones de carga tamaño Lao (o Vietnam), disfrazados de payaso. Las motos. Los restaurantes. Los masajes que se dan como se sirve un café; rápido, sin necesidad de conocimiento alguno, sin demasiado cuidado. Gran decepción para quien ha idealizado los masajes al estilo de casa, como un escape, un ritual para huir de la rutina diaria. De los nudos. Aquí, los masajes son parte de la vida diaria. Lo confirma el niño que masajea a su abuela semi-desnuda en el umbral de la puerta, y los hermanos que se soban los pies en el recibidor del restaurante en “Muang Khua” a la orilla del río. La gente trabaja tanto que duerme en donde trabaja. Los diminutos locales adaptados con sucias cocinas y pequeños baños traseros, se transforman en pasillos-cama por las noches (de pronto me imagino la cama oliendo a pescado, o el pescado crudo a orines rancios acumulados a lo largo del día y acrecentado por el calor y la humedad. Cuando puedo, voy a mi propio pequeño diminuto baño de albergue). Los cuidadores de tiendas, hoteles y restaurantes preparan sus colchones, sillas y tapetes de bambú para pasar la noche. También quien cuida mi hotel se acomoda a mis pies con la televisión muy alto mientras escribo por las noches. A veces se levanta para ir al baño y comienza a cantar en voz alta. Me da gusto. Los niños también duermen en los mercados nocturnos, junto a sus madres o abuelas. Hay tantos niños cuando caminas por la noche que pareciera que lo que se vende en el puesto no son las artesanías. Todas iguales. Mercados guatemaltecos. Chichicastenango. Señoras de la edad de mi abuela, pero que cargan 300 años más en sus rostros sonríen –Sabai Dee- queriendo venderme algo que he prometido no comprar más. Vuelvo a caer. Me pregunto si todo lo que nos preocupa en “mi mundo” es mentira. Pasamos la vida trabajando para poder viajar a lugares como estos. Pasan la vida trabajando, viviendo en sus lugares. Lo acepto. Yo he trabajado muy poco como para que se considere trabajo real. Soy parte una minoría casi inexistente. Existo por casualidad, por esfuerzo ajeno. Por mis padres y un instante decisivo que me permitió comenzar a cobrar forma y pensamientos-duda. Como yo hay más gente que viaja, que piensa en su próximo destino y no duerme en los puestos del mercado. A veces me siento cercana a esa gente blanca, que reconoce mi música y de a poco mi idioma. Mexicano no hay ninguno (mexicana primera y lejana a los ojos de tantos. Llevo una representación importante a tierras lejanas). A veces me siento más lejana de ellos (los viajeros) que de ningún otro ser. Pienso en el lugar en donde quiero comenzar a crear algo, pienso en establecerme. Un año fuera de casa, un año viajando. Europa del Oeste, del Este y Asia. Asía apenas comienza con 21 días de viaje. Me quedan más de tres meses intactos. Quiero aprender a ver las cosas como son. Quiero aprender a ver a la gente como es. Que gran batalla. Entiendo que lo más difícil es vernos a nosotros mismos. A mí. Yo, Sofía. Ser de luz y de lodo. Me veo a través de ojos de gran crítica. Gran espectadora. Ayer pase la mitad del día con los elefantes. Entre alegría y completa tristeza. Su piel es más dura que cualquier zapato de cuero. Su cabeza está cubierta por cabellos duros como alambres y sus orejas mueven una piel gruesa rosada. Las trompas largas y fuertes parecen moluscos con vida propia. Gigantes animales. Fuertes como ningún humano. Nobles. Cautivos. He escuchado que basta encadenar a un elefante de una sola de sus patas unos años mientras crece, para que cuando sea adulto, el simple hecho de tener una cadena amarrada o de escuchar el tintineo del metal le entumezca el deseo; el sueno de la huida. Veo como le “encadenan” una de sus gruesas piernas a una palma delicada. Toneladas de extrañeza, de misterio en movimiento. Torpeza y ternura arremolinada. Tranquila se mete a la sombra de la selva a masticar bamboo. Común sensación de ahogo a estas alturas. Incomprensión. Dolor. Se que puede romper sus cadenas con un mínimo esfuerzo, pero no lo intentará. Dolor por los dos elefantes que dejo en la selva mientras camino de vuelta al campamento. Dolor por todos nosotros. Por nuestras cadenas invisibles que suenan y resuenan haciendo música con todo tipo de tonos. Nuestras cadenas que ya no nos amarran a ningún lugar pero que respetamos al sentir su peso invisible sobre el tobillo. Cadenas plástico. Cadenas moneda. Cadenas de responsabilidades, de expectativas y deberes. Bastaron pocos años cuando éramos pequeños. Horas y días frente al televisor. Ideas sobre otros, ideas sobre las nosotros. Ideas de nosotros sobre nosotros. Cosas-ideas. Para sentirnos presos el resto de nuestras vidas. Ilusión. Ver hacia abajo y darnos cuenta que la cadena que suena inmensa, hace años está suelta. Un engaño que quizá nunca existió. Cadena ruidosa pero pequeña. Arrastrable. Cortarla; no lo se. Cortarla no será tan fácil. Caminemos con ella, caminemos más lejos. Degastada cadena no tendrá de donde agarrarse. La tomo con cuidado del suelo y camino con ella entre mis manos. Puedo sentir su peso. Reconozco que formará parte de mi equipaje durante éste y tantos otros largos viajes. Aligero el paso soltando otras tantas cosas. Llevar ese peso conmigo me hace más libre. Me recuerda quien soy ahora, gracias a quien he sido antes. Me muevo. Viajo. Sueño. Creo. Un día (quizá) despierto y he dejado en algún puerto todo mi equipaje. No llevo más peso conmigo. Viajo ligera.
Sábado 25 agosto 2012 10:07pm / Día veinte. Luang Prabang, Laos. Tengo tanto que narrar. Tantos gestos, tantos instantes, tantos miedos y emociones. Tengo, tengo cansancio. Tanto sueño. A Laos quiero llevarlo conmigo a México, para poder compartirlo, para que la gente vea lo que veo. Aprender de ellos y compartir lo que nos sobra. Lo que me sobra a mí. Contarles del viaje en el autobús de la muerte y del miedo real. Del miedo autentico, honesto. Del miedo del fin. De la emoción de volver a dejar ir poco a poquito. Las montañas rocosas del río de Laos y las arañas gigantes. Sobre “Houm” y sus masajes. Tui y su ingles positivista con mirada picara. Los templos idénticos e interminables. Thich que me hace falta. Las noches que terminan temprano. Las dudas entre el turismo o los bares vacíos. La gente intensa. La delgada línea entre decir lo que se cree e invadir. El riesgo de ponerse por encima de una cultura que te recibe con los brazos abiertos. Sobre las ganas de una buena noche. El desear poder ver el aguas en lugar de sentir las olas. El miedo de ver como nada es nuestro y todo se dejará ir en cualquier momento. El arroz pegajoso y la comida en hojas de plátano. Sobre quien cuida el hotel durmiendo a mis pies en un colchón en el lobby. El paseo de mañana con los elefantes y el de ayer en moto, medio feliz, medio aterrada. Los monjes naranjas que recorren las calles en la madrugada pidiendo un poco de arroz. Tengo sueño. Tengo sueño. Y estoy viva. Que delicia estar tan viva.

lunes, 20 de agosto de 2012

Ochau Sapa

Lunes 19 agosto 2012 7:05pm / Día catorce. Sapa Ochau Sapa. Hoy dejamos Vietnam. Por casualidad. Llegamos de caminar 2 días en la montaña y con la idea de dormir por aquí y muy temprano comenzar la travesía de 4 días a Laos. Encontramos un bus nocturno: nos vamos. Cansadas y con olor a leña. Llegamos a Dien Bien Phu a las 4:30 am y de ahí un bus a la frontera. De la frontera calculamos que serán unas 36 horas más en llegar a la antigua capital. Luang Prabat. En una hora salgo para Laos... en el medio 3 o 4 paradas. Horas.... aproximadamente 55. Dejamos Vietnam. País misterioso, humedo. Gente pequeña y sonriente. Sapa nos recibió agotadas. Con sus montañas dormidas entre la neblina. Los pueblos de montaña siempre me dan gusto. Como San Cris y San Marcos la Laguna. Estoy encontrando a Sofía. Feliz descubro que sigo siendo la misma. Que viajar me da luz y que hablar con la gente me hace olvidarme de mi misma. Pasamos 2 días con Sho y Sang, de la etnia Mong. Sho habla un Ingles suficiente para todas mis dudas y Sang tiene tantos deseos de aprender que da envidia. Hablamos y hablamos durante kilómetros de arrozales y montañas labradas con diversos tonos de verdes. Los campos de arroz parecen mosaicos de baño. Parecen más bien pinturas. Motivos del *arts&crafts trazados sobre y entre cordilleras. Cordilleras salpicadas con gente BlackMnong y RedDzao sonriente. Mujeres con cejas rasuradas y frentes anchas que te siguen sin prisa durante kilómetros. Niños sobre búfalos sonrientes y llenos de lodo. Pequeñas casas. Ríos que refrescan los pies. Dormimos con ellos. Tomamos un baño de hierbas en una cubeta de madera con las piernas encogidas y el cuerpo ligero por el alcohol de arroz. Cenamos tanto. Reimos tanto. Y de pronto, entre el humo del *comal, la tierra del piso, mi sudor y sus risas, me encontré. Encontré el gusto. El alma llena que de pronto me sobrepasa. Volví a ver las cosas. Volví a ver quien soy. Todo lo que me sobra. Todo lo que amo. La grandeza que hay en esta sencillez. La pierna esta cada vez mejor. Más fea, pero duele menos. Dolores no hay. El estreñimiento de viaje, desaparecido. Al parecer ir al baño en cuclillas en pequeñas habitaciones con temor de salpicarte las piernas y ensuciar las chanclas con meados ajenos desaparece cualquier otro problema. Pensar en leer un libro en el baño en Vietnam representa mucho más que tener tiempo. El ánimo: feliz. No habrá contacto en los próximos días ya que será un trayecto largo y atropellado. Llegando cansada y por consiguiente triste y llorosa, prometo no llamar hasta después de comer y dormir. Cuando me doy cuenta que las penas son generalmente maya. Al menos las mias. Acumulo historias. Guardenme tardes.

viernes, 17 de agosto de 2012

HOY Viernes 17 agosto 2012 7:49pm / Día once. Hanoi-Sapa

Viernes 17 agosto 2012 7:05pm / Día once. Hanoi-Sapa Hoy ha sido un día largo, largo y cansado. Si quieres retar a alguien, si quieres retarte. Viaja a Asia, con poco presupuesto y sin traductor. Especialmente sin traductor. Cuando alguien te diga que es un gran voyager. Mándalo a Asia a que lo reconsidere. Para mi ha sido como una bofetada dulce-amarga. Una bofetada de realidad. De mundo. Viajar sin entender nada en un universo para el cual no existes y sin el cual existes perfectamente es extraño. Cansados son los autobuses eternos, pero más cansado no entender nada. Cansdo sentir que muchos te ven la cara, que te cobran más, que todo es negociable. Todo en este viaje es aprendizaje. Todo. Mi compañera es un gran alivio, una gran ayuda, pero también un gran reto personal, de autoafirmación. Mis decisiones no han sido todas las más sabias, pero cada tropiezo y cada llanto esta siento un maestro. El cansancio de hoy, la quemada en la pierna. La noche en vela y el tren que nos espera sin camas por no apartar con tiempo. Entro y salgo de la ensoñación. Entro y salgo de la alegría y del llanto. Nunca un viaje me había presentado tantos retos al inicio. Nunca antes había viajado a Vietnam. Me gusta y me asusta no reconocerme la viajera de siempre. Pero esta también soy yo. Esta Sofía en este café de Hanoi en una esquina, mitad empapada por la lluvia y con cara de sueño. Esta Sofía que nada en el mar de Vietnam entre montañas de rocas y bosques y no puede creer la suerte y la vida que está viviendo. Está misma que extraña ilógicamente Tlalpan y los tacos que nunca come. Estoy consciente de que este viaje puede ser el último por un tiempo. El último viaje de libertad total. De carencia voluntaria. El último de tantos y el inicio de tantos otros. Me emociona cuando lo pongo así. Cuando me acepto. Cuando acepto mis miedos también y mi sueño. Lo extraño a él, pero me busco incesantemente a mí. Vietnam está bien sin mí. Qué hace una mexicana perdida en Vietnam. Se busca. Parece que todos los que viajamos, huimos de algo o buscamos algo. Quizá un poco las dos. Este mes cumplo un año de viaje. Empezando en Francia-Holanda-Alemania-Francia-Alemania-Mexico-CostaRica-Mexico-Lithuania-Letonia-Italia-Lituania-Francia-Lituania-Italia-Mexico-LA-Jakarta-Vietnam… Quiero pensar que esta nostalgia, esta cabeza enredada que soy, estas ganas de crear, hablan de la cercanía con la calma. Encontrar aquello que creí había perdido. Quizá me fue necesario cruzar la tierra para darme cuenta que las respuestas a estas preguntas las he tenido siempre conmigo. Hace falta descifrar sus modos. Desenredar sus señales. Me voy…llueve y en la lluvia tardaremos más en llegar a la estación. Rumbo a las montañas del norte de Vietnam. La tierra de Thich, o así lo quiero creer. __________________________________________________________________________________________________________________________________Friday August 17, 2012 7:05 pm / Day eleven. Hanoi-Sapa Today was a long day, long and tiring. If you challenge someone, if you want to challenge you. Travel to Asia, a budget and without a translator. Especially without a translator. When someone tells you it's a great voyager. Send it to Asia to reconsider. For me it was like a slap bittersweet. A slap of reality. World. Travelling without understanding anything in a universe for which there exist and without which exist surprisingly well. Tired buses are eternal, but understand nothing more tired. Cansdo feel that many will see the face, they charge you more, everything is negotiable. Everything in this journey is learning. Everything. My partner is a great relief, a great help, but also a great personal challenge, self-assertion. My decisions have not been any wiser, but every trip and every cry this'm a teacher. The weariness of today, the burn on his leg. The sleepless night and the train without beds waiting for us not away with time. Into and out of the reverie. Into and out of joy and tears. Never a trip I had made so many challenges at the beginning. Never before had traveled to Vietnam. I like it and it scares me not to recognize the traveler ever. But this also me. The Sophia in this cafe in Hanoi in a corner, half soaked by rain and bleary-eyed. This Sophie that nothing in the sea of ​​Vietnam in the mountains of rock and forest and can not believe his luck and life is living. Is it that strange illogically Tlalpan and never eats tacos. I am aware that this trip may be the last for a while. The Last Voyage of total freedom. Of voluntary absence. The last of many and the start of many others. I'm excited when I put it that way. When I agreed. When I accept my fears and my dream too. I miss him, but I constantly look for me. Vietnam is well without me. What does a Mexican lost in Vietnam. Wanted. It seems that all we travel, we run from something or seeking something. Maybe a little of both. This month I meet a year of travel. Starting in I think that this nostalgia, this head I'm tangled, this urge to create, speak of the closeness to the calm. Find what you thought was lost. Maybe I had to cross the land to realize that the answers to these questions have always had with me. We need to decipher their ways. Untangling their signals. I'm ... rain and rain will take longer to reach the station. Heading for the mountains of northern Vietnam. Thich land, or so I believe.

Miércoles 15 agosto 2012 7:05pm / Día nueve. CatBa-Ha long bay

Miércoles 15 agosto 2012 7:05pm / Día nueve. CatBa-Ha long bay Ha comenzado mi gran viaje. Es difícil escribirles a pesar de que cada minuto que pasa tengo días por contarles. Hoy por ejemplo, camine 3 horas en un parque nacional desierto. Estuve en una de las bahías más hermosas sobre la tierra, me queme la pierna con un escape de motocicleta y hable 30 minutos con una señora a la cual no le dije nada. Les escribo desde la costa sur de Vietnam, en la sala de una familia con la cual comunicarme es una proeza indescriptible. El calor asciende a 45 grados y las noches son húmedas y estrelladas. La isla verde y el mar fluctúa entre marino y turquesa. Mañana el mar y el kayak. El sol. La selva y más arroz. Pasado el bus nocturno por las montañas. Y 15km por campos de arroz de pueblos del norte. Si, a veces extraño casa. Si, estoy feliz. Parece ser que mientras mas viajo y más pasa el tiempo, traigo a México mas impregnado en la sangre. A veces siento que es necio estar tan lejos, pero la mayor parte del tiempo no hago mas que agradecer y disfrutar. Ya volveré y ya tendré tiempo para aprender de la gente con la cual comparto tanto, comenzando por el idioma... Pero se aprende, se aprende igual. Quiza más. Dicen que no hay mayor enseñanza que el silencio. El silencio permite aprender. Escuchar lo que ya sabemos. Los quiero mucho. Mucho. Siempre da fuerzas el saber que nos encontraremos de nuevo muy pronto. Cuando nos encontremos. Con amor
Cruzando una gran vía en Hanoi Se fue la luz en la mitad de la ciudad, pero no pasa nada. La gente sigue vendiendo,todos, todos los vehículos sonando el claxon y las incontables motonetas transitan. Por delante. Por detrás. Al lado. No se mueven, y la gente zigzaguea buscando refugio. Eso es entre los negocios, las banquetas y el centro histórico. Se llega a una gran avenida, y del otro lado un lago. La avenida tiene varios sentidos de movimiento de vehículos, unas cuantas ¨y¨. Entradas, salidas, afluentes y congestiones mínimas. ¡Empieza el juego! Es un juego de adrenalina, de incredulidad. Das pequeños pasos y vas tomando dominio de la calle, o avanzando lentamente hacia tu destino, mientras los vehículos de gritan y te rodean. Ninguno frena, ninguno. Cada vez que se vacían unos pasos frente a ti, los conquistas y asi en cuestión de segundos estas de pie junto a muchas otras personas (ninguna en el mismo lugar, sino espolvoreadas por toda la calle) en medio de una avenida llena de vehículos que van en todas direcciones. Pegas algunos gritos. Te metes algunos buenos sustos y al final entre gritos llegas al lado opuesto. Felicidades… A la próxima también funcionaría acobardarse y arrimarse lo más posible a algún local, cuando este hace el su crucé cotidiano de la muerte. ________________________________________________________________________________________Crossing a road in Hanoi The power went out in the middle of the city, but nothing happens. People are still selling, all, all vehicles and sounding the horn passing countless scooters. Ahead. Behind. Next. They do not move, and people seeking refuge zigzags. That is between businesses, sidewalks and historic center. You reach a broad avenue, and across a lake. The avenue has several directions of movement of vehicles, a few ¨ and ¨. Inputs, outputs, tributaries and minimal congestion.Start the game! It's a game of adrenaline, of disbelief. Das taking small steps and you'll rule the street, or moving slowly toward your destination, while shouting and vehicles around you. No brakes, no. Each time you empty a few steps in front of you, the conquests and within seconds so these standing next to many others (not in the same place, but sprinkled across the street) in the middle of a street full of vehicles going in all directions. Hit some screaming. You get some good scares and screams at the end between you reach the opposite side. Congratulations ... to the next would also work cower and get close as possible to a local, when it makes its daily crossed death.

Lunes 13 agosto 2012 8:10am / Día siete. Hanoi.

Lunes 13 agosto 2012 8:10am / Día siete. Hanoi. Ayer, después de 6 días comenzó el viaje. Después de un inicio atropellado y tan cansado que parecía hacernos querer volver. Ayer terminaron los vuelos por un tiempo. Hanói nos recibió agotadas y con hambre, pero ya podíamos ver que sería más verde que Jakarta, un poco más lleno de colores. De Ho Chi Minh no conocí nada más que los polvosos alrededores del aeropuerto. El calor es tanto que cuando sales de un cuarto con aire acondicionado sientes que por error entraste al cuarto de máquinas en alguna fábrica de Mérida. Parece ser que en algunas cuadras pasará, que esa calle está encerrada, pero luego poco a poco lo aceptas. Te rindes ante el sopor, ante los ríos de sudor que bajan de tus piernas y muslos. Piensas más despacio. He perdido parte de mi brincoteo, de mi agilidad y ganas de caminar sin rumbo. Planeamos caminatas largas, pero al emprenderlas resultan más agotadoras. En Ho Chi Minh celebre el oro de México. Entre vietnamitas desconcertados por mi apoyo al equipo opuesto y por mi alegría. El futbol a mí nunca me ha gustado, pero es cierto que una cosa así levanta la moral. Más estando tan lejos. Sentía que todos estábamos celebrando lo mismo. Y yo, que ahora más que en ningún otro viaje, siento la delicia de ser mexicana. Hay tantas cosas que quiero contar. Tanto que cada vez que salgo se que quiero poder compartir. No en palabras, sino en olores y vivencias. Tanto que quiero recordar. Los tres escasos d{ias de viajes se expanden en semanas y las vivencias en tardes de café. Regreso y no hay como contarlo todo, como compartirlo. Quiero hablarles de la gente en Jakarta, que te saluda sin cesar en cada esquina, en cada calle. La gente que se acerca a ver si puede darle la mano a Judith. Una rubia. De las motos y las calles incruzables de estos países. Del choque que vimos o provocamos: no estoy muy segura. De los grandes pequeños precios, que emocionan. De los templos con ofrendas de cerveza y los calamares secos en las esquinas. Del mercado sin luz. De los títeres en el agua. Títeres inventados en las épocas de inundación en los campos de arroz. Danzan sobre el agua movidos por ¨ hilos ¨ invisibles, mientras mujeres y hombres tocan una música dulce, dulce, y cantan los cantos más arrulladores de la zona. ________________________________________________________________________________________Monday August 13, 2012 8:10 a.m. / Day Seven. Ha Noi. Yesterday, after 6 days the voyage began. After a home run over and looked so tired that make us want to return. Yesterday ended the flights for a while. Hanoi welcomed us exhausted and hungry, but I could see it would be greener than Jakarta, a little more colorful. Ho Chi Minh did not know nothing but the dusty around the airport. The heat so much that when you leave an air conditioning mistakenly feel that you entered the engine room in a factory of Mérida. It seems that in some blocks will, that this street is locked, but then gradually accept it. You give in to the lethargy, to the rivers of sweat coming down your legs and thighs. Think more slowly. I lost some brincoteo, my agility and willingness to walk aimlessly. We plan long walks, but to undertake it are more strenuous. In Ho Chi Minh held the gold of Mexico. Among Vietnamese baffled by my support for the opposing team and my joy. Football to me I never liked, but certainly something like a morale boost. More so far away. I felt we were all celebrating the same. And I, now more than any other trip, I feel the delight of being Mexican. There are so many things I want to tell. So much so that every time I leave you I want to share. Not in words but in smells and experiences. Whether you want to remember. The three little d {ias expand travel in weeks and the experiences in afternoon coffee. Return and there is no way to tell all, and share. I want to talk to people in Jakarta, who greets you constantly on every corner, in every street. The people who come to see if he can shake hands with Judith. Blonde. Of motorcycles and streets incruzables of these countries. We saw the crash or cause: I'm not sure. Of the great small prices, thrilling. Of the temples with offerings of beer and dried squid at the corners. Market without light. Of puppets in the water. Puppet invented in times of flooding in rice fields. They dance on the water moved by ¨ ¨ invisible threads, while women and men play soft music, sweet, and sing the songs more cooing in the area.

domingo, 12 de agosto de 2012

8 agosto 2021 / 1:11am Día dos. Aeropuerto de LAX. Puerta 103. Vuelo de China Airlines 7 con dirección Taipei. La preocupación ha sido continua. Las oportunidades de perder este vuelo, varias. La posibilidad de quedarme en el “Adventure Hostel” me da dolor de estómago. La sala está llena de gente asiática. Me siento emocionada nuevamente. No he perdido nada, y tengo un asiento con espacio extra para pies. Me espera un vuelo de 13 horas y con suerte mucho descanso. Pienso seguido en la muerte. En la mía y en la de la gente que amo. El horror. El cansancio me hace sentir la muerte más cercana, más terrible. El cansancio la transforma. Reconoce el luminoso beneficio de la salud, del sueño, del tiempo, de la reparación. Ahora calma. 10 agosto 2012 / Dia cuatro, después de extraviar uno. Jakarta. SixDegrees hostel. Cikini Raya 60B Buenos días. Rico amanecer con Judith. Rico descansar, tomar café y estar aquí. El miedo se ha ido. Comprobando: Todo llega a quien sabe, o se obliga a esperar. La alegría, la confianza, la ilusión. De vuelta. Te reconozco voyager de mi corazón. Saludos. Ayer conocí a Fatma en el aeropuerto. Ella vive en LasVegas, pero es de aquí. Sus dos hijos son grandes, pero aun no tiene nietos aunque muera de ganas. Ha llegado a Jakarta 4 días antes de lo que le dijo a la familia para que pueda relajarse y estar sola con su hermana antes de verlos a todos y pasar todo el día hablando. Viene a descansar pero dice que se desvela diario por platicar con la familia. Suena rico y conocido. Pase el día con ella. Hubieron dudas, sopesamientos y finalmente decidí que era una excelente decisión. Tomamos el chofer de su amiga del aeropuerto, fuimos a su departamento con botones y empleada sub-pagada, comimos tempe y arroz. Masaje en la cabeza y peinado en un centro comercial del fin del mundo. Calles río y gente encadenada a monos. Monos encadenados a gente que se preguntan quien es más libre. Evidencia pura de la benevolencia del ciudadano indonesio. Ciudadano en apariencia similar a mis compatriotas, en donde tampoco me reconocen como local. El LA me volvieron a hablar en hebreo. Mexicanos y Kenianos incrédulos al conocerme chilanga. ____________________ August 8, 2021 / 1:11 a.m. Day Two. LAX Airport. Gate 103. China Airlines Flight 7 with Taipei address. Concern has been continuous. The chances of losing this flight number. The ability to stay in the "Adventure Hostel" gives me a stomachache. The room is full of Asian people. I feel excited again. I have not lost anything, and I have a seat with extra feet. I expected a 13 hour flight and hopefully plenty of rest. I followed in death. In mine and the people I love. The horror. Fatigue death makes me feel closer, more terrible. Fatigue transforms. Recognizes the benefit of health light, sleep, time of repair. Now calm. August 10, 2012 / Day four, after she loses one. Jakarta. SixDegrees hostel. Cikini Raya 60B Good morning. Rico dawn with Judith. Rico relax, drink coffee and be here. The fear is gone. Checking: Everything comes to those who know, or are forced to wait. The joy, confidence, enthusiasm. Back. Voyager recognize you from my heart. Greetings. Fatma met yesterday at the airport. She lives in LasVegas, but it's here. Their two children are grown, but still has no grandchildren but die of desire. Jakarta has reached 4 days earlier than they told the family so you can relax and be alone with your sister before you see them all and spend all day talking. Comes to rest but says he is revealed day by talking with family. It sounds rich and known. Spend the day with her. There were doubts, sopesamientos and finally decided it was an excellent decision. We took the driver of her friend from the airport, went to his apartment with buttons and sub-paid employee, ate temperature and rice. Head massage and styling in a mall doomsday. River Street and people chained to monkeys. Monkeys chained to people who wonder who is more free. Evidence from the benevolence of pure Indonesian citizen. Citizen looks similar to my countrymen, which they either know me at home. The LA I went to speak in Hebrew. Mexicans and Kenyans know unbelievers at Chilanga.

jueves, 9 de agosto de 2012

07 agosto 2012 / Día uno. Uno y medio. (First day. And a half.)

Los inicios siempre son los más duros. Mentira. Esta vez fue más duro. Más de lo esperado. La costumbre y la casa me acogieron como si nunca me hubiera ido. La gran comodidad, el gran abrazo. LA terminó de cansarme. Después de estar muy cerca de perder mi vuelo varias veces y por motivos diversos que quizá no vengan al caso, decidí usar los servicios del hostal ya pagado, para procurarme una comodidad no encontrada. Visitar Hollywood. El hostal, el kitch. Los Ángeles; el horror. Los primeros días siempre son los más duros. Subí al tren agotada. La zona desierta y la gente hambrienta. Pareciera ser que nadie aquí es paisano a pesar de que tantos lo son. El trayecto eterno, gris, vacío. Pareciera ser que la gente vive distinto, distinta. De una manera para mi inentendible. El calor y el polvo nublaron tanto como el cansancio y de pronto me encontré entre estrellas inútiles en la loza y rostros hostiles. Pensé en el hambre, pero ese no era el motivo. Si llegase el fin de la humanidad como me gusta imaginarla, sería algo como LA. LA hoy, sin papá ni mis 13 años. El deterioro. La decadencia. Los gordos pasean con minifaldas en calles llenas de nombres ajenos, entre restaurantes de comida-basura y ruido, sueñan con cosas que no pueden tener y compran objetos que no necesitan, sensaciones que no tienen. Tenía (tengo) ganas de salir corriendo a casa. A una casa que yo si tengo. Por primera vez siento un real dolor por mis hermanos migrantes, por la necesidad, por la soledad y la sequía a la que llegan buscando un hogar con más oportunidades. _______________________________________________________________________ Exploring the benefits and the free writing creation-reacomodation-invention of Google-translate. August 7, 2012 / Day One. One and a half. The beginnings are always the hardest. Lie. This time was harder. More than expected. The custom house and welcomed me as if I never left. The comfort, the hug. LA finished tired. After being very close to losing my flight several times and for various reasons that may not come to the point, I decided to use the services of the hostel and paid, to procure a comfort not found. Visit Hollywood. The hostel, the kitch. Los Angeles, the horror. The first days are always the hardest. I boarded the train exhausted. The deserted area and hungry people. It seems that nobody here is a countryman although many are. The eternal journey, gray, empty. It seems that people live different, different. In a way incomprehensible to me. The heat and dust clouded as well as fatigue and found myself between stars useless crockery and hostile faces. I thought of hunger, but that was not the reason. If it happens to humanity as I like to imagine it would be something like LA. LA today, without father or my 13 years. The deterioration. Decay. The big parade with miniskirts in streets full of foreign names, including junk food restaurants and noise, dream of things that can not have and buy items that do not need, do not have feelings. I had (I have) wanted to run home. In a house if I have. For the first time I feel a real pain for my fellow migrants, by necessity, by loneliness and drought in which they arrive looking for a home with more opportunities.

VIET-BALI

YO Comienza el viaje. El viaje despues del viaje y antes del viaje. El viaje del viaje mismo. Entender que todo es tan solo un viaje.

sábado, 28 de julio de 2012

Cansada de buscar los momentos perfectos. Cansada de esperar aquel momento ajeno, incontrolable en el cual decide quererla plenamente. Quererse. El momento instante. El instante cumbre. El pivote. La cima. El todo. Quizá siempre ha sido demasiado animal para ser mujer. Demasiado instinto, demasiada vida. Vida corta, impredecible. Vida que cae en desbandada por la borda. Vida en vértigo constante. Vida deseo. Demasiado deseo de vida en un solo cuerpo. Un cuerpo en el que a ratos frecuentes no cabía ni ella misma. Un cuerpo que le quedaba pequeño, pequeño e incomodo. Como cuando te afanas por ponerte un vestido que no queda y entonces subes el cierre, con ayuda de alguien más, de el calzón faja y de la mayor retención de aire posible, entonce sube. Sube, pero cuando te relajas sientes que te encuentras presa en algo tan simple como un vestido, pero tan incomodo como otra piel. La belleza se escapa y toda aquella gloria de la elegancia se ve comprometida por el sentimiento de gigantez oprimida, de encarcelamiento, de mascaras y falsedades. Deseas en secreto que se reviente, que se reviente en frente de todos y que caigan tus cueros y tus ropas de golpe en la pista. Que se reviente todo y entonces quedarte floja, cómoda, desnuda. Enfrente a una multitud perpleja. Una multitud asqueada pero envidiosa. Oprimida, reservada, con vestidos apretados y pretinas al borde del estallido. Multitud envidiosa. Y tú tan ligera, tan encuerada. Te pones a reír. Así se sentía, así, pero antes del estallido, mucho antes de los cueros y la risa. Era parte de la gran multitud y la única marcada diferencia era que nadie reía, ni ella, ni el, ni un persona en toda la bandada de apretados.

lunes, 2 de julio de 2012

México. Me dueles

México. Me dueles. Me duele lo que te pasa. El futuro que te hemos elegido. Me duele verte así tan sin esperanzas. Saber que regresamos a un gobierno que no me inspira cambio. A un gobierno que llegó al poder de las maneras más sucias. Saber que somos un pueblo en mayoría con necesidad, entender que si ya perdimos todo no hay mucho más que perder. Aceptarme todos, pero hablando desde mí. Desde mi carácter y mis circunstancias entrecruzadas. Yo soy quien voto libremente, también quien salió a votar amedrentado, quien vendió su voto por necesidad o hambre. Yo soy quien sueña en un cambio. Quien hubiera deseado pasar el domingo en vela contagiada de alegría. Quisiera hoy estar de fiesta, no con el pecho oprimido. Existía un deseo rabioso de salir sonriendo a la calle. De celebrar, de ilusionarme y esperar un cambio. Caí de golpe. Caímos. México. Me dueles. Tus prácticas. Sobretodo tu nuevo gobierno. Me dueles. Por el pueblo que hemos sido, y por quienes seguimos siendo. Me dueles por las circunstancias que nos hicieron llegar a resultados como los del domingo. La gente que las promueve, la gente que las permite y la gente que se ve orillada a seguirlas.
Somos jóvenes. Somos muchos. No hemos despertado aún pero sin duda abrimos los ojos. Pareciera que todo ha terminado pero en realidad está comenzando. Toma vuelo. Las caídas enseñan, pero enseñan para mañana, para hoy. Me ilusiona pensar en lo que viene al vernos uniendo fuerzas. Sin armas. Con libros. Abrir los ojos y sabernos capaces de cualquier cosa. Qué no nos pegue la calma, por favor, no te duermas. Tantas consciencias, tantas manos, tanta necesidad y deseo de cambio. Levantemos las manos. Luchemos, una lucha que solo tendrá sentido y fuerzas cuando los oprimidos y aquellos que con ellos realmente se solidaricen, busquen recuperar su humanidad, cuando no se sientan idealistamente opresores de los opresores, sino restauradores de la humanidad de ambos. Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a si mismos y liberar a los opresores. Se tiene que “llegar a una liberación no por casualidad, sino por la praxis de su búsqueda; por el conocimiento y reconocimiento de la necesidad de luchar por ella. Lucha que, por la finalidad que le darán los oprimidos, será un acto de amor, con el cual se opondrán al desamor contenido en la violencia de los opresores, incluso cuando ésta se revista de la falsa generosidad. (Freire Paulo) Tenemos un México que sangra, que está herido. Tenemos miles, millones de manos que saben curar, que quieren hacerlo. Eda Sofía Correa

domingo, 1 de julio de 2012

Duele como una jaula. Palpita, reduce el aire. Una avalancha viene, y pongo las manos enfrente para escudar mi cuerpo sabiendo que me pegara con la fuerza de cien montañas. Jugué como una niña, inocente, torpe, ingenua. Tan ingenua. Aventé mi piedra al panal. Aventé mi piedra al panal de abejas estando parapléjica. Ahora no me muevo, no puedo correr. Siento el ardor, las punzadas. Permanezco inmóvil, quieta, adolorida. Díganme, cuánto dura esto. Cuando tiempo antes de caer.

lunes, 11 de junio de 2012

Me enamore del pueblo sin sonrisas.

Mi ultima noche en Lituania. En esta casa, en esta cama. Acostada, junto a mamá. Pienso en el inicio de todo. En la nieve perdida y las tardes que no fueron. Las recojo a pedazitos y las ordeno en repisas. Pienso en el super y el arroz blanco. En la katedral y el café de la esquina. Son 4 meses que de nuevo se volvieron nada, 4 meses-polvo. De nuevo termina, de nuevo comienza. Esta vez se siente más el fin. Un fin que siempre esta llegando y me arrasa de golpe. Extraño los brazos del sol. Tu risa loca y extraviada. Tus respuestas a las preguntas que no hago y tus preguntas siempre sin respuesta. Extraño ya mis tardes de nada. Los libros que lei y la entrada oscura. El río y las caminatas, la plaza y la gente triste. Uno se acostumbra hasta a la falta de sonrisas. Uno se acostumbra a las noches frías. Desde que te fuiste duermo con frío, un temblor que me recorre la piel de arriba a abajo. No descanso. Duermo a intervalos y en desmedidas. He dejado mi casa. Vuelvo a casa. A una casa que es tan mía como no. A veces se cree que porque cuesta, debería durar más. Las cosas que duele tanto crear deberían ser para siempre. Lo aplico en mi casa, en mi frío, en mi miedo y en tu soledad. Vicenza es oscura como nunca fué Vilnius. Tengo un peso. Un grito sordo, ahogado que me presiona las orbitas de los ojos. Tengo una desilución colgante. Arrasante. Vacía. Transparente como si no existiera. Traslucida como mi amor.

domingo, 3 de junio de 2012

#yonosoy132

La gente está politizada, apasionada, emocionada, La gente está en las redes sociales. Al menos. Me gusta, me asusta. En mi tiempo libre y no, he leido más de política que en 24 años anteriores. Aveces me asombro, me emociono, veo una luz, preveo una guerra o una victoria. De quién, no lo se bien. Aveces me asombro o ruedo en el piso de las carcajadas. Todos esos que escriben; los genios, los sabios, los locos, los violentos. Todos somos México. Es interesante, está vivo. Y yo, también puedo ser un número? También puedo manifestarme en un país en donde nadie entiende mi idioma y nadie comprende mis razones. Yo confieso que no soy 132, quizá si 1245. Estoy lejos, estoy cerca. Cerca de México por el corazón y la mente (si la metáfora viene al caso), pero principalmente por los medios y el interés. No tan cerca como me gustaría estar en estos momentos, pero tan lejos como muchos días desee lograr llegar. Estoy dividida entre deberes y compromisos. Un deseo de gritar todo aquello que tengo que decir y aún no comprendo. Las cosas a la distancia se viven distintas, a veces con suerte y aveces por desgracia. Las elecciones se aproximan, mi regreso también. Las dudas crecen. Confieso. Tengo dudas. Aveces siento que ustedes no, pareciera que están tan seguros de lo que saben. Yo no se mucho. Se que las cosas están mal y duele. Se que no deberíamos permitir que el PRI, Peña Nieto, suba a la presidencia. Se que están activos, que hace años que hacía falta. A donde se fué toda esa apatía que me hizo salir corriendo. Desapareció, está escondida bajo un velo de colectivo? Leo emociones, pasión, entrega, y pequeños diminutos despertares. También se que las cosas se apagan y tengo dudas de que esta flama se convierta en una lumbrera en un futuro. Queremos un cambio, es evidente. Quién lo hará de la mejor manera, para mi no lo es. Entiendo quien no puede hacerlo. Votamos en realidad por un partido o por la perdida del otro? Nunca es muy claro. Quizá en este caso no importe. Elegimos conscientemente a un candidato, o el delicioso fervor de ser parte de un movimiento que llevamos esperando años. Somos jóvenes, somos "revolucionarios". Ante la ocasión levantamos las manos. Sin armas. Pero la ocasión está, ha estado y seguirá estando. Me da gusto que esta vez esten en las calles. Me da gusto que las cosas se estén gestando, que la creatividad y movilidad esté al tope. Me da gusto lo que pasa, lo que se esta moviendo en el país. Yo siempre he creido. Reconozco compañeros marchando llenos de pasión y cambio, reconozco compañeros que marchan porque iban a un café y se les atravesó la protesta. Qué será de todo esto. Dificil de saber. Pronto habrá que comenzar a consolidar, a diferenciar, a fortalecer. Pronto habrá que saber quien está y quien no. Quien permanece, quien resiste. Yo por lo pronto generalmente agradezco salir a la calle y vivir en silencio, en soledad y en verde. Pronto vuelvo. Ya habrá que estar más claros. Claros, seguros, como parecen todos ustedes. "Bienvenidos al despertar de la consciencia, la patria los estaba esperando" Y está aún y seguirá. Puedo acaso descansar tranquila? Hemos despertado todos a la consciencia? Es un milagro! Estoy enojada, triste y aislada. Con sueños macabros y otros de revoluciones. Pienso en ustedes y sonrío (o rio). Pienso en el apoyo de Paris y España. Me gustaría mandarlo desde Lituania, con la representación de 9 mexicanos a los cuales no conozco y no se donde están. Haría una marcha invisible en la plaza y no vendrían más que dos curiosos y medio. Los Lituanos se reirían de mi y me contarían de su historia. De esa historia de guerra y ocupaciones que me ha tomado 4 meses leer y aún no comprendo. Pero sueño entre gritos. Me contarían de las masacres y la lucha interminable. De los guettos, de las deportaciones, de las prohibiciones y el miedo. Me hablarían del frío y de la falta de comida. Me describirían lo que es ser invadidos, perder a la familia, la patria y la libertad. Entonces se enojan, se ponen serios, algunos lloran. Yo no tengo nada que decir. No se engañen, abrir los párpados no es despertar. Quizá si un comienzo. Quizá levantar los párpados sea mejor que no hacerlo. Depende de que tanto abramos los ojos. Ahora que sigue? Porque si nos sobran fuerzas, en Siria faltan manos.

jueves, 17 de mayo de 2012

Perdí mi aire. No se en donde lo dejé, no se que paso. Lo perdí, así como el mes de abril. Quizá me lo robaron. Vilnius perdió el sol. Y yo se que volveré a casa. Mi soledad, mi fortaleza colapso un poco al sentir que estaba tan cerca. Como quien al chocar destruye sus organos y no siente nada; puede caminar al hospital porque sabe que tiene que hacerlo. Al descansar, al llegar, dormir y saber que será atendido pronto, su cuerpo se relaja y colapsa. Un poquito. Muchas cosas me han puesto triste estos dias. Otras, llorar de alegría. Y es extraño, lo tengo todo. Agradecida. Aveces creemos que queremos ayudar a los otros, cuando en realidad solo queremos ayudarnos a nosotros mismos. Me duele seguido. Algo. Siento una gran responsabilidad. Como un mar. Mi felicidad es como un fuego. Qué es esto que escribo. Es mío. Soy yo. Ahora es suyo. Es ustedes.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Creo que mi mejor amiga Lituana no habla ingles. Ella sirve café en la universidad; yo tomo el doble de café que hace unos meses. El 15 de febrero le pedí una galleta extra, de esas pequeñas, diminutas aspirantes a galletas, que regala cuando compras un capuchino. Le sonreí, me sonrío y supongo que le pareció audaz. Hace 2 meses, cada vez que me ve, sonríe, y en consecuencia me río. Se aligera el día y me alegra que conservemos un pequeño secreto del cual nadie sospecha. Somos seres rutinarios. Ahora cuando nos vemos sonreímos; sabe que pediré cafe; me dará más galletas que a todos los demas y nos miraremos complicemente. Hace unos días todo cambió, algo le había pasado. Lo se porque no hubieron sonrisas; no encontré en mi plato ese vínculo complice y azucarado, de amistad tácita que nos une. Me extrañé, me pregunté si había hecho algo mal y salí triste de la cafetería. Todo ha vuelto a la normalidad, me pregunto que noticia le habrán dado. Hoy mi tristeza fue apaciguada con una sonrisa complice y rubia lanzada desde el otro extremo de la cafetería. Una dotación triple de aspirante a galletita. Me preguntó si nos despediremos. El próximo mes, cuando esté cerrando caja, haciendo sumas, restas y el esperado recuento de galletitas diminutas, le faltarán varias. No sonreirá; habrá olvidado el motivo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Sabina

Hoy no pagué el tranvía. Ninguno se hubiera atrevido a cobrarme la multa despues de verme a la cara. Hoy vomité. Fuí a clases de francés y después compré unos zapatos blancos. Fuí a la universidad y me preocupé por la tesis que aún no comienzo. Hoy caminé por el bosque que quiero compartir con mis padres. Comí carne y tomé café. Decidí que no quiero títulos, categorías. Hoy estoy sola, como estuve ayer y antier, cuando me di cuenta del desliz de la onda de impacto que puede acarrear la distancia. Ayer pensaba en la muerte, antier y anteantier. Hoy comía avena y soñaba con Bali. Hoy, lunes 7 de mayo me duele el cuerpo. Me duelen los ojos y un lugar misterioso al centro del pecho. Me duele la boca del estomago y se me durmieron las piernas. La boca me sabe a viejo y daría mi habitación en Lituania, mis tardes de mayo y mis zapatos blancos por volver a abrazar al moloso. El día pintaba eficiente y bello. Ahora llueve. Estos segundo que cambian el curso de un día para nunca regresar atras. Los instantes kamikaze. Los inesperados. Las llamadas sin retorno, los avisos eternos, los gritos gesticulados, los llantos mudos en los tranvías de paises perdidos lejos de casa. La vida. Quizá si, despues de todo, esto es la vida. Lo que no se espera. Gordita, Sabina te mueres así de pronto y me recuerdas tantas cosas. Cosas que de cualquier manera nunca olvido por más que lo intento. Lo haces real, me lo escupes en la cara, o debería decir babeas. Lo haces presente, aquello de lo que nos olvidamos por estar viviendo. Todo muere, así de pronto. Todos morimos, estamos muriendo. O desgracia maravilla. Morimos no cuando queremos, sino cuando podemos. Te agradezco tu bestialidad. Me hiciste más humana. Te recuerdo y sonrío. Cada vez que te ví, sonreí. Era imposible no hacerlo. Me inspiraste amor y ternura. Tus juegos, tu torpeza. Tu mirada. Me hiciste más sensible, mas boba. Hoy te extraño ya. Quizá de otra forma no hubiera pensado en tí. Es dificil estando tan lejos. Hay veces que estoy sola a km a la redonda y me siento acompañada. Hoy sin embargo no podía moverme de la cantidad de gente a mi alrededor, y estaba sola. Hoy bailaron por tí y por mí y por todos. Bailaron porque pueden, porque tienen. Bailaron porque les recuerda que están vivos.

domingo, 22 de abril de 2012

Ayer fue un día de encierro y silencio. Lunes. Su sonido me encantá. He comenzado a relacionarlo con nuevos comienzos, con vasos de agua fresca, con días de sol y metas (como tanta gente). Desde la calle me sonríe la nieve que ya no está. Los árboles todos salpicados de verde demuestran sus intensiones de cubrirse de hojas. La gente ha cambiado el negro por el rosa y poco a poco cambian sus rostros; sus ojos toman otro matiz. Vivo en otra ciudad. Me gusta. Yo, silencio. Ahora sonrío de tener el mismo tiempo que llevo. Camino por el río cada mañana como si me estuviera despidiendo. Con esta vida acelerada he aprendido que todo es una constante despedida. No extraño, porque reconozco. Me despedí de Atitlan apenas llegaba y aún lo siento; aveces lo añoro y puedo por segundos sentir que estoy frente al río, sobre la montaña. Me sueño tomando té en Prinsseseweg, y huelo la casa. El olor se me escapa y me frustro por lo poder recogerlo en cualquier objeto. Me sueño abrazada a él y cierro los hojos. El café está listo; de nuevo he puesto suficiente para dos. Estaá bien, ahora tomo el doble. Me pregunto que es lo que amo. Si podré estár bien sin los parques, los ríos y las montañas. Me pregunto si podré estar bien sin teatros, sin calles, sin bibliotecas. Me pregunto en donde estaré en dos meses y si cuando sea vieja olvidaré todos mis viajes y casas. Olvidar me da miedo; por eso atesoro recuerdos y despedidas. Mientras más vivo hay más cosas que se puedo olvidar.

miércoles, 18 de abril de 2012

Te fuiste y regreso el invierno.
Pretendo que estás y preparo café para dos. Me quedo quietecita y así te huelo en la casa. Esta casa que bien podría ser un hotel de México, podría salir y tomar calzada de Tlalpan rumbó a mi casa, rumbó a tí. Pero en cambio salgo a tomar mi coche y no tengo. Es Vilnius. Está el río que me saluda siempre moviendose, la nieve derretida que cubrío cada rincón, las calles que no transito, la gente que apenas comienza a sonreir. Yo sonrío vacía. He descubierto un dolor mudo instalado en mi cuerpo. Pareciera que no se irá nunca y por otra parte es sutil, suave y siento que podría acostumbrarme a el.

sábado, 7 de abril de 2012

El dolor ha sido grande, grande como una casa. Lloro y siento que escupiré mis organos para despues recogernos del piso sucio y mojado. Me quedaré sola de varios modos, algunos conocidos y otros nuevos. Sola de nuevo en mas sentidos de los que disfruto, o considero un lujo. Hemos comido y dormido entre risas y llantos. Caminamos al sol y a la lluvia, vino. Me enscondí de mi misma en un vaso de cerveza caliente. Por las noches me desnudo en el baño y no reconozco más mi olor. Amo lo que he perdido. Pero dejar ir, nunca antes ha sido perder nada.

martes, 3 de abril de 2012

marzo

Soñé de nuevo con el fin del mundo. La inundación total. Soñé con la familia, despedidas, llantos y decisiones. Nos abrazábamos, me dolía el alma. Planeaba nadar más fuerte, sobrevivir. Escondía el único foco que tenía, planeaba seguir viviendo. Hablé con mi abuela, escuche su inconformidad respecto a su vida, hablé de mi inconformidad respecto al fin de la mía. Despues pensé en lo que haría si sobrevivía la inundación. Pensé en mi cuerpo a la deriva y nadie para salvarlo. Me ví tocando tierra y ni un ser para reconfortarme. Pensé en la tierra muerta. El mundo de silencio. Dude sobre luchar.

Soñé con una iglesía antigua. Una misa extraña y toda la familia de Chiapas incluyendo a mi Tía. Mi madre corría muerta de risa con las tías de C.R. porque J las asustaba. El sacerdote se enojaba porque el vino de consagración resultaba ser caldo de pollo. Lo tiraba todo en su toga. Me cortaban el pelo, me ofendían.

Soñé de nuevo con el vertigo. Soñé con Paula y Enrique, y su casa a la cual no podia subir por el vertigo en las escaleras. Soñé con unos panecillos deliciosos.

Ahora neva de nuevo. Ahora ya no neva más. Nieve purificadora de almas. Persistente nieve de quien tengo que aprender como copo a copo cubre a una entera ciudad. Nieve hoy no te quiero. Nieve Maestra.

lunes, 19 de marzo de 2012

13.marzo Zygimantu

Son los pequeños detalles de la vida que me hacen feliz. Los pequeños descubrimientos nimios. Por ejemplo; entrar a una pequeña panadería y descubrir que huele a Italia. Descubrir por enésima vez el crujir del hielo bajo mis pies y sonreír. La cotidianeidad me arranca un brazo, me arranca un brazo con el cual después se atraganta. Golosa, ambiciosa cotidianeidad. La cotidianeidad me arranca lo mejor de mi; mi constante capacidad de asombro. Mi risa repentina que me descubre distraída. Pero aún como quesadillas todos los días y el asombro no impera algo nuevo o único, sino el asombro mismo. Por ejemplo; me asombra el movimiento del pasto cada vez que lo veo. A veces me descubro preguntándome imposibles, me asusta pensar que no importa cuanto lo desee ya nunca podré darle la mano a un hombre muerto hace 5 años en Sierra Leona. Pienso que aún si mi muerte/vida dependiera de ello no podría hablar por teléfono con el presiente de Francia. Viajo porque me reinvento. La cotidianeidad me fija como una instantánea y entonces el pan me sabe a tierra. Cuando viajo me olvido de quien soy y dejo de ser, para ser nada. Ser otra. Miento por gusto, por decisión y no por necesidad. Me confunde pensar en quien soy después de tantas mentiras. No me crean todo nunca. He parido 6 niños, uno de ellos moreno con ojos color cobalto. He parido en precipicios y tormentas con las que sueño todas las noches. Sueño con el vértigo. La sensación de vértigo que me acosa hasta que abro los ojos y el mareo es tanto que vomito al lado de la cama. Alto! Quien anda ahí? Esa soy yo? No puedo ser, no puede ser. Yo no soy la del espejo; esa mujer de ojos oscuros y nariz aguileña. Me miro con asombro, la miro con incredulidad, pocos segundos. Segundos suficientes para reconocer que me desconozco y quitar la mirada de prisa. Yo soy la que escribe, no la que se mira. Es marzo y ayer apenas era diciembre. Lloró. Mi responsabilidad me enoja. Los detalles en los que pierdo tanto tiempo. Me escondo de mi fracaso. Me escondo de mi, de esa que me mira con miedo. Siempre con los ojos llenos de dudas que no puedo contestar. Perdón.

sábado, 17 de marzo de 2012

Tanto baile, tanto trago. Abrazos, gritos, besos y festejos. No me reconozco igual entre tanta alegría. Con tanta alegría he perdido mi yo escritora. La otra Sofía, la que habla por mí. Que implicaciones más peligrosas estas de las sonrisas; del sol y de la distracción. Quiero gritar. -Gracias vida, gracias. Quiero vivir todo. Estoy viviendo exactamente como hubiera planeado hacerlo si no viviera como vivo. Quiero cantar; cualquier cosa. Quiero cantar una canción sin sentido, sin palabras, pero que suene hermosa. Quiero cantar la canción de los pajaros por la mañana. Soy más vieja, cada segundo, y sin embargo constantemente me siento más niña. Más ave.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Hace días que la ciudad estaba ya vestida de calle. Hoy volvía a nevar. Le gusta la nieve tan frágil y delicada. La tomas en la mano mientras cae y no vive mas de tres segundos; comprobado. Pacientemente vuelve a cubrir de blanco las calles. Es extraño este frío que cae como si el mundo se estuviera partiendo a pedazos sobre el rostro. Le gusta la nieve que borra toda huella. Enciende la noche e ilumina la ciudad con un azul pálido y triste. Celeste eterno. Sale de prisa para caminar antes que nadie sobre ella. La patea para que se pegue al zapato y así marcar más sus huellas. Disfruta enormemente el inventarse. Creer que está en un país sola, país desierto. Está, es cierto.

martes, 13 de marzo de 2012

Mi cuerpo un ovillo.
Tus manos tejedoras torpes.

Mi entrego a ti cómo a un destino funesto,
rájame el pecho y llévate de el un pedacito.

Mi soledad se ha vuelto nombre.
Mi risa, blanca,
blanca como la nieve que danza hacia el lodo.

He guardado tu olor como reliquia,
con llave, en silencio.

Te llamo todas las noches
cuando salgo a oscuras, rabiosa.
Entonces la risa me abarca por completo,
como una oleada te borra, me revive,
cae, como hemos caído los dos.
Resbalando de nosotros.

Mi miedo se ha vuelto libre
Mis manos, manos de loca.
El sol ha salido ya y yo sigo dormida. El hielo resbala lento por sus pequeños barrancos creados al borde de la banqueta. La calle huele a salchicha o a carne asada. Aveces me pregunto si el edificio por el cual camino es real. Cómo saberlo? Entonces mi propia existencia se convierte en duda. Quién invirtió su vida en crear esta silla en la cual me siento? Cual erá su sentido. Batallo en no caer en la trampa de buscarle sentido a las cosas. En no caer en el sin sentido absoluto. Un abismo oscuro, con niebla purpora que me invade, me atrapa. Sigo soñando en Lituania. El pensar aplasta la experiencia. La razón impide sentimientos.

lunes, 12 de marzo de 2012

soñé

Soñé que soñaba que vivía. Me soñé en Lituania, en una parada de un bus que no llegaba. Hacía frío y había un concierto de música en un idioma extraño que todos entendían. El bus llegó, y yo me fui. La noche azul eléctrico y yo bailando. Movimiento, fluidez, ambición. El cielo cercano, lo podía oler en todo el cuerpo. Estaba cansada, pero sorprendida. La vida que corre por mis venas es hermosa, soy una maquina de misterios. Engranes que encajan perfectamente girando sin parar. La vida me colma, me inunda, me grita que viva. Que viva. -Vive Sofía! Y yo, vivo.
Vivir inevitablemente significa que moriremos. Que moriré. (Porque en este momento pienso en mi.) El sueño como simulacro de la muerte. Cada noche. Simulacro continuo. El sueño entonces me acosa, me aterra la paz y el deseo. La muerte como un dormir constante. El sueño vida.
Soñé que vivía. No conozco nada más solitario que la felicidad absoluta. El asombro completo de la existencia, el éxtasis. Soledad profunda.
Pensé en algo tremendamente bello, cuando quise recordarlo solo tenía ganas de llorar.

miércoles, 7 de marzo de 2012

cosas


Lo logré. Poseo 3 pantalones, 8 camisas, 1 falda, 3 zapatos, unos pants y muchos calzones. Cremas, Shampoos, pasta de dientes y demas cosas perecederas. Claro, está computadora, varios libros y cuadernos. Para el frío una chamarra, 2 bufandas, 2 gorros y dos guantes; todo lo uso al mismo tiempo y todo lo dejaré de usar muy pronto con un poco de suerte.
Llevó años predicando que es posible vivir con pocas cosas, pero sin el valor para hacerlo. Ahora las circunstancias han decidido por mi y me siento feliz, sin cosas que obstaculizen el encontrar mis cosas. De vez en cuando al caminar fuera de una tienda todavia me acosan unas ganas irrefrenables de entrar y hacerme de cualquier objeto inútil. No creerían los antojos y necesidades tan estúpidas que se forman en mi mente; aveces paso dias convencida de que el objetivo de la semana es hacerme de un nuevo color de uñas o un utensilio de cocina que hace con un solo movimiento hermosas espiro-papas. Tan solo la semana pasada recorri tiendas buscando una taza de café más grande, ya que en la que tengo, se me termina muy rápido... Cuando reconozco el problema, entró a una tienda y compró pan o mostaza, cualquier cosa rica y comestible. Curada no estoy, tengo que admitirlo. Aveces salir por pan (o solo planear hacerlo)es la actividad más exitante de todo el día. Aveces, lo confieso, me da ganas de perder algo, ganas de aventarle mi bolsa a algúna señora gorda por la calle, para así necesitar otra. Tomo leche por cantidades, y conservo mi día semanal en torno al cartón de leche. Suena triste compañeros, pero no crean! Es una vida llena de emociones e imprevistos. Materiales, colores, ofertas y una garantía de constante novedad. No soy libre, no señor!! Pero voy en camino.
De paso pararé por una maquinita de café de esas de esas que parecen de juguete. Están tan lindas. Necesitaré café especial también?