lunes, 19 de marzo de 2012

13.marzo Zygimantu

Son los pequeños detalles de la vida que me hacen feliz. Los pequeños descubrimientos nimios. Por ejemplo; entrar a una pequeña panadería y descubrir que huele a Italia. Descubrir por enésima vez el crujir del hielo bajo mis pies y sonreír. La cotidianeidad me arranca un brazo, me arranca un brazo con el cual después se atraganta. Golosa, ambiciosa cotidianeidad. La cotidianeidad me arranca lo mejor de mi; mi constante capacidad de asombro. Mi risa repentina que me descubre distraída. Pero aún como quesadillas todos los días y el asombro no impera algo nuevo o único, sino el asombro mismo. Por ejemplo; me asombra el movimiento del pasto cada vez que lo veo. A veces me descubro preguntándome imposibles, me asusta pensar que no importa cuanto lo desee ya nunca podré darle la mano a un hombre muerto hace 5 años en Sierra Leona. Pienso que aún si mi muerte/vida dependiera de ello no podría hablar por teléfono con el presiente de Francia. Viajo porque me reinvento. La cotidianeidad me fija como una instantánea y entonces el pan me sabe a tierra. Cuando viajo me olvido de quien soy y dejo de ser, para ser nada. Ser otra. Miento por gusto, por decisión y no por necesidad. Me confunde pensar en quien soy después de tantas mentiras. No me crean todo nunca. He parido 6 niños, uno de ellos moreno con ojos color cobalto. He parido en precipicios y tormentas con las que sueño todas las noches. Sueño con el vértigo. La sensación de vértigo que me acosa hasta que abro los ojos y el mareo es tanto que vomito al lado de la cama. Alto! Quien anda ahí? Esa soy yo? No puedo ser, no puede ser. Yo no soy la del espejo; esa mujer de ojos oscuros y nariz aguileña. Me miro con asombro, la miro con incredulidad, pocos segundos. Segundos suficientes para reconocer que me desconozco y quitar la mirada de prisa. Yo soy la que escribe, no la que se mira. Es marzo y ayer apenas era diciembre. Lloró. Mi responsabilidad me enoja. Los detalles en los que pierdo tanto tiempo. Me escondo de mi fracaso. Me escondo de mi, de esa que me mira con miedo. Siempre con los ojos llenos de dudas que no puedo contestar. Perdón.

sábado, 17 de marzo de 2012

Tanto baile, tanto trago. Abrazos, gritos, besos y festejos. No me reconozco igual entre tanta alegría. Con tanta alegría he perdido mi yo escritora. La otra Sofía, la que habla por mí. Que implicaciones más peligrosas estas de las sonrisas; del sol y de la distracción. Quiero gritar. -Gracias vida, gracias. Quiero vivir todo. Estoy viviendo exactamente como hubiera planeado hacerlo si no viviera como vivo. Quiero cantar; cualquier cosa. Quiero cantar una canción sin sentido, sin palabras, pero que suene hermosa. Quiero cantar la canción de los pajaros por la mañana. Soy más vieja, cada segundo, y sin embargo constantemente me siento más niña. Más ave.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Hace días que la ciudad estaba ya vestida de calle. Hoy volvía a nevar. Le gusta la nieve tan frágil y delicada. La tomas en la mano mientras cae y no vive mas de tres segundos; comprobado. Pacientemente vuelve a cubrir de blanco las calles. Es extraño este frío que cae como si el mundo se estuviera partiendo a pedazos sobre el rostro. Le gusta la nieve que borra toda huella. Enciende la noche e ilumina la ciudad con un azul pálido y triste. Celeste eterno. Sale de prisa para caminar antes que nadie sobre ella. La patea para que se pegue al zapato y así marcar más sus huellas. Disfruta enormemente el inventarse. Creer que está en un país sola, país desierto. Está, es cierto.

martes, 13 de marzo de 2012

Mi cuerpo un ovillo.
Tus manos tejedoras torpes.

Mi entrego a ti cómo a un destino funesto,
rájame el pecho y llévate de el un pedacito.

Mi soledad se ha vuelto nombre.
Mi risa, blanca,
blanca como la nieve que danza hacia el lodo.

He guardado tu olor como reliquia,
con llave, en silencio.

Te llamo todas las noches
cuando salgo a oscuras, rabiosa.
Entonces la risa me abarca por completo,
como una oleada te borra, me revive,
cae, como hemos caído los dos.
Resbalando de nosotros.

Mi miedo se ha vuelto libre
Mis manos, manos de loca.
El sol ha salido ya y yo sigo dormida. El hielo resbala lento por sus pequeños barrancos creados al borde de la banqueta. La calle huele a salchicha o a carne asada. Aveces me pregunto si el edificio por el cual camino es real. Cómo saberlo? Entonces mi propia existencia se convierte en duda. Quién invirtió su vida en crear esta silla en la cual me siento? Cual erá su sentido. Batallo en no caer en la trampa de buscarle sentido a las cosas. En no caer en el sin sentido absoluto. Un abismo oscuro, con niebla purpora que me invade, me atrapa. Sigo soñando en Lituania. El pensar aplasta la experiencia. La razón impide sentimientos.

lunes, 12 de marzo de 2012

soñé

Soñé que soñaba que vivía. Me soñé en Lituania, en una parada de un bus que no llegaba. Hacía frío y había un concierto de música en un idioma extraño que todos entendían. El bus llegó, y yo me fui. La noche azul eléctrico y yo bailando. Movimiento, fluidez, ambición. El cielo cercano, lo podía oler en todo el cuerpo. Estaba cansada, pero sorprendida. La vida que corre por mis venas es hermosa, soy una maquina de misterios. Engranes que encajan perfectamente girando sin parar. La vida me colma, me inunda, me grita que viva. Que viva. -Vive Sofía! Y yo, vivo.
Vivir inevitablemente significa que moriremos. Que moriré. (Porque en este momento pienso en mi.) El sueño como simulacro de la muerte. Cada noche. Simulacro continuo. El sueño entonces me acosa, me aterra la paz y el deseo. La muerte como un dormir constante. El sueño vida.
Soñé que vivía. No conozco nada más solitario que la felicidad absoluta. El asombro completo de la existencia, el éxtasis. Soledad profunda.
Pensé en algo tremendamente bello, cuando quise recordarlo solo tenía ganas de llorar.

miércoles, 7 de marzo de 2012

cosas


Lo logré. Poseo 3 pantalones, 8 camisas, 1 falda, 3 zapatos, unos pants y muchos calzones. Cremas, Shampoos, pasta de dientes y demas cosas perecederas. Claro, está computadora, varios libros y cuadernos. Para el frío una chamarra, 2 bufandas, 2 gorros y dos guantes; todo lo uso al mismo tiempo y todo lo dejaré de usar muy pronto con un poco de suerte.
Llevó años predicando que es posible vivir con pocas cosas, pero sin el valor para hacerlo. Ahora las circunstancias han decidido por mi y me siento feliz, sin cosas que obstaculizen el encontrar mis cosas. De vez en cuando al caminar fuera de una tienda todavia me acosan unas ganas irrefrenables de entrar y hacerme de cualquier objeto inútil. No creerían los antojos y necesidades tan estúpidas que se forman en mi mente; aveces paso dias convencida de que el objetivo de la semana es hacerme de un nuevo color de uñas o un utensilio de cocina que hace con un solo movimiento hermosas espiro-papas. Tan solo la semana pasada recorri tiendas buscando una taza de café más grande, ya que en la que tengo, se me termina muy rápido... Cuando reconozco el problema, entró a una tienda y compró pan o mostaza, cualquier cosa rica y comestible. Curada no estoy, tengo que admitirlo. Aveces salir por pan (o solo planear hacerlo)es la actividad más exitante de todo el día. Aveces, lo confieso, me da ganas de perder algo, ganas de aventarle mi bolsa a algúna señora gorda por la calle, para así necesitar otra. Tomo leche por cantidades, y conservo mi día semanal en torno al cartón de leche. Suena triste compañeros, pero no crean! Es una vida llena de emociones e imprevistos. Materiales, colores, ofertas y una garantía de constante novedad. No soy libre, no señor!! Pero voy en camino.
De paso pararé por una maquinita de café de esas de esas que parecen de juguete. Están tan lindas. Necesitaré café especial también?

viernes, 2 de marzo de 2012

de donde eres?

-De dónde eres?
-de México
-Qué?
No hay uno que no confirme la respuesta.
-Qué haces en Vilnius?
Preguntan todos con asombro (aveces yo también)

Hoy fue un día duro y frío. A las 3 de la tarde tomé la primera sista del año, de la cual me costó horrores salir. Salí a buscar la segunda escuela de danza. Otra vez me perdí. Ahora fué una hora y media. Me perdí entre unas plaza comerciales que forman con contenedores. Caminé por la misma avenida ida y vuelta 4 veces dirigida por diferente gente norteada, entre a dos contenedores oscuros con escaleras hacia todos sitios y ninguno. Al final, exhausta decidi ir a casa, no sin antes checar el último al cual entre insegura; oscuro... subi escaleras. Habían muchas puertas cerradas, toque en dos, nada. Al final lo vi. Un letrero en la puerta, dentro del contenedor, en el segundo piso, en un callejón de la plaza. Las señoras se preguntan como llegué, aún la gente de aquí no llega. Yo también me lo pregunto.
De salida me dieron aventón cerca de la casa. Qué felicidad no tener que caminar hasta el bus.
Mi maestra de baile reconoció que he bailado... sonrio.