lunes, 11 de junio de 2012

Me enamore del pueblo sin sonrisas.

Mi ultima noche en Lituania. En esta casa, en esta cama. Acostada, junto a mamá. Pienso en el inicio de todo. En la nieve perdida y las tardes que no fueron. Las recojo a pedazitos y las ordeno en repisas. Pienso en el super y el arroz blanco. En la katedral y el café de la esquina. Son 4 meses que de nuevo se volvieron nada, 4 meses-polvo. De nuevo termina, de nuevo comienza. Esta vez se siente más el fin. Un fin que siempre esta llegando y me arrasa de golpe. Extraño los brazos del sol. Tu risa loca y extraviada. Tus respuestas a las preguntas que no hago y tus preguntas siempre sin respuesta. Extraño ya mis tardes de nada. Los libros que lei y la entrada oscura. El río y las caminatas, la plaza y la gente triste. Uno se acostumbra hasta a la falta de sonrisas. Uno se acostumbra a las noches frías. Desde que te fuiste duermo con frío, un temblor que me recorre la piel de arriba a abajo. No descanso. Duermo a intervalos y en desmedidas. He dejado mi casa. Vuelvo a casa. A una casa que es tan mía como no. A veces se cree que porque cuesta, debería durar más. Las cosas que duele tanto crear deberían ser para siempre. Lo aplico en mi casa, en mi frío, en mi miedo y en tu soledad. Vicenza es oscura como nunca fué Vilnius. Tengo un peso. Un grito sordo, ahogado que me presiona las orbitas de los ojos. Tengo una desilución colgante. Arrasante. Vacía. Transparente como si no existiera. Traslucida como mi amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario