lunes, 16 de enero de 2012

Me gustaría que Groningen estuviera en Puebla.



Así estaría más cerca de mi hermano y mis papás, pero también tendríamos un Groningen en México que no nos caería nada mal. Claro con la posibilidad y probabilidad que dentro de muy poco tiempo no fuera ni cercanamente lo mismo. Sería un Groningen caliente, con tráfico, con drogas, pero ilegales y sin tanta gente alta.

Está es la primera vez en mi vida que me es geniunamente dificil salir de casa, y lo será el 13 de febrero. Extraño, extraño porque estoy lejos y porque me pierdo de abrazos familiares que amo con locura. Extraño porque sé que no es tan facil ir, porque ya no es mi cotidianeidad.

Estoy feliz aca, pero el instante es dificil porque también me voy. Groningen es como una ciudad inventada para estudiantes. No existe la violencia ni el miedo. Despues de las 8 no hay coches por las calles... la gente sonríe, no hay prisas, no pasa nada.

Nada pasa.




Me voy en una semana a Barcelona y mi corazoncito salta de alegría... Mi inconsciente muy consciente esta vez, ha soñado con ellas dos días seguidos.


Me duele dejar Groningen y esta hermosa casa que tanto les presumi. Los cambios son buenos. Tantos?... si, supongo..


Creo que me gustaría más que el Segundo retorno de Pablo de la Llave (junto con mi hermano) estuvieran en algún pueblito nevado a las cercanías de Vilnius...

La primer helada del año les da los buenos días.

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