jueves, 14 de febrero de 2013

Soñé con la huida. Derrotada


Soñé contigo. Con la huida. El miedo. Edificio de pisos interminables, marcados por colores distintivos y números en las columnas y paredes.  Escaleras en caracol que asemejan los ascensos y descensos de estacionamientos de hospitales. Ascensos y descensos. En ese caso yo corría hacia arriba. O quizá eso quiero creer. Pisos azules amarillos, verdes y naranjas. Piso 3 y 4 y 5. Huía. Huía de un coche negro. Una camioneta que me perseguía y un ser todo armado con cuchillos. Huía entre carnavales y fiestas paganas. Pisos colmados de personas que gritan y corren. Pisos abarrotados de niños que no me ven. Tropiezo con sus risas y se que no escuchan mis gritos. Estoy huyendo en off, y mis ruidos y sus ruidos no cohabitan el mismo espacio. Su fiesta tiñe de farsa mi miedo. Tengo entre mis manos un teléfono, que asemejando el propio no tiene o crédito, pila o señal. Una incomunicación constante. Y tú, que no contestas. Te llamo y no contestas. No contestabas. Lo contestabas a medias, sin entenderme, diciéndome que lo que querías era tocar mis piernas.

Estamos de pronto sobre el pasto. El edificio atrás y no hay miedo ni fiesta de carnaval. Tomas mis piernas entre tus manos y trazas una línea de tinta a lo largo, en la parte posterior de mis muslos. Puedo sentir la punta de pluma y tus manos.

Sigo llamándote. Sigo corriendo entre gente que está en una profunda calma y no contestas ya más el telefono…ya después no contestaste más. Sabias quizá que yo te metería en apuros. Verdad. Un cura que no es cura pasa frente a mi con prisa e ignora mi agarre desesperado de su toga negra. Mis ruegos. La suplica ansiosa y desesperada de quien puede preveer su muerte como una premonición. Avienta mi puño, ignora mi llanto y camina pensando en gaviotas de playas distantes. Después, un cuarto en silencio. La ilusión de la calma. Ventanas grandes hacia cielos azules con nubes celestes. Habitación gris pardo y tres personas que se acercan lentamente, con alevosía de mi rictus. Ríen mientras me toman de las piernas y cortan lentamente la parte de atrás de mis talones. Así no podré más correr. Vencida, derrotada mi huida. La navaja pasa sobre mi piel pintando vetas color carmín y siento el ardor subir a lo largo de mis piernas. Sobre las muñecas con las cuales también juegan. Como nunca creí, ruego sentir el frío del metal traspasar mi pecho. Hay dudas. No es lo que ellos están buscando. Entiendo que no se trata de complacencias qu emi opinion en este caso vale poco, sino es que nada. No es en este plano que se me permite estar. Ellos, no buscan un fin total. Son pequeños cortes, pero puedo ya sentir el dolor del llanto eterno. Llorar por estos pies derrotados, toda la vida. Siento como el puñal se astilla, cae a pedazos sin alcanzar a perforar mi tórax. Puedo entonces, de nuevo, ver a los niños que ríen y corren en la distancia, al otro lado de la puerta. El camión que nunca llegó a tiempo cuando lo esperada contigo en el pasto y la soledad de todos. Esta asquerosa soledad en masa.


1 comentario:

  1. ¿Surrealista el texto en su concepto con una escritura impresionista? No sé. Me cuesta definir un estilo, pero sí puedo meterme dentro de la vorágine de imágenes que componen ese concepto de la soledad en masa con angustia personal.

    Gracias por su visita a mi blog. Me gustaría que te apuntaras en mi blog dentro de los seguidores, como he hecho yo aquí, creo que puedes hacerlo desde Google+ y así quedamos enlazados. Gracias.

    Ah, y con respecto a la película "Melancholia" de Lars von Trier, no la he visto. Es muy poco o casi nada (manera de acentuar lo mismo) que nos llega de Von Trier a CR y, en general, del grupo Dogma. Veré si puedo encontrarla en devedé, aunque tampoco soy optimista de hallarla.

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