Soñé contigo.
Con la huida. El miedo. Edificio de pisos interminables, marcados por colores
distintivos y números en las columnas y paredes. Escaleras en caracol que asemejan los ascensos y descensos
de estacionamientos de hospitales. Ascensos y descensos. En ese caso yo corría
hacia arriba. O quizá eso quiero creer. Pisos azules amarillos, verdes y
naranjas. Piso 3 y 4 y 5. Huía. Huía de un coche negro. Una camioneta que me
perseguía y un ser todo armado con cuchillos. Huía entre carnavales y fiestas
paganas. Pisos colmados de personas que gritan y corren. Pisos abarrotados de
niños que no me ven. Tropiezo con sus risas y se que no escuchan mis gritos.
Estoy huyendo en off, y mis ruidos y sus ruidos no cohabitan el mismo espacio.
Su fiesta tiñe de farsa mi miedo. Tengo entre mis manos un teléfono, que
asemejando el propio no tiene o crédito, pila o señal. Una incomunicación
constante. Y tú, que no contestas. Te llamo y no contestas. No contestabas. Lo
contestabas a medias, sin entenderme, diciéndome que lo que querías era tocar
mis piernas.
Estamos de
pronto sobre el pasto. El edificio atrás y no hay miedo ni fiesta de carnaval.
Tomas mis piernas entre tus manos y trazas una línea de tinta a lo largo, en la
parte posterior de mis muslos. Puedo sentir la punta de pluma y tus manos.
Sigo llamándote.
Sigo corriendo entre gente que está en una profunda calma y no contestas ya más
el telefono…ya después no contestaste más. Sabias quizá que yo te metería en
apuros. Verdad. Un cura que no es cura pasa frente a mi con prisa e ignora mi
agarre desesperado de su toga negra. Mis ruegos. La suplica ansiosa y
desesperada de quien puede preveer su muerte como una premonición. Avienta mi
puño, ignora mi llanto y camina pensando en gaviotas de playas distantes. Después,
un cuarto en silencio. La ilusión de la calma. Ventanas grandes hacia cielos
azules con nubes celestes. Habitación gris pardo y tres personas que se acercan
lentamente, con alevosía de mi rictus. Ríen mientras me toman de las piernas y
cortan lentamente la parte de atrás de mis talones. Así no podré más correr.
Vencida, derrotada mi huida. La navaja pasa sobre mi piel pintando vetas color
carmín y siento el ardor subir a lo largo de mis piernas. Sobre las muñecas con
las cuales también juegan. Como nunca creí, ruego sentir el frío del metal
traspasar mi pecho. Hay dudas. No es lo que ellos están buscando. Entiendo que
no se trata de complacencias qu emi opinion en este caso vale poco, sino es que
nada. No es en este plano que se me permite estar. Ellos, no buscan un fin
total. Son pequeños cortes, pero puedo ya sentir el dolor del llanto eterno.
Llorar por estos pies derrotados, toda la vida. Siento como el puñal se
astilla, cae a pedazos sin alcanzar a perforar mi tórax. Puedo entonces, de
nuevo, ver a los niños que ríen y corren en la distancia, al otro lado de la
puerta. El camión que nunca llegó a tiempo cuando lo esperada contigo en el
pasto y la soledad de todos. Esta asquerosa soledad en masa.
¿Surrealista el texto en su concepto con una escritura impresionista? No sé. Me cuesta definir un estilo, pero sí puedo meterme dentro de la vorágine de imágenes que componen ese concepto de la soledad en masa con angustia personal.
ResponderEliminarGracias por su visita a mi blog. Me gustaría que te apuntaras en mi blog dentro de los seguidores, como he hecho yo aquí, creo que puedes hacerlo desde Google+ y así quedamos enlazados. Gracias.
Ah, y con respecto a la película "Melancholia" de Lars von Trier, no la he visto. Es muy poco o casi nada (manera de acentuar lo mismo) que nos llega de Von Trier a CR y, en general, del grupo Dogma. Veré si puedo encontrarla en devedé, aunque tampoco soy optimista de hallarla.