Quiero ya encontrar los textos que no he
escrito. Los que me pueblan a todo momento y en los instantes más
insignificantes. Pequeños. Cuando tengo prisa o sueño. En las esquinas en donde
no encuentro papel ni lápiz. En las comisuras de mis sueños. En las hendiduras
del tiempo. De mi cuerpo. Del asfalto. Quiero ya besar tus ojos y sentarme en
el pasto esperando el sol. Estoy sola. Cubierta de palabras. Me cubren como
telas, como abrigo de invierno. Ya no siento el frío. Disfrutando este juego
que no jugamos. Quiero ya encontrar mis textos. Ordenarlos. Prestártelos. Los
encuentro por partes, a pedazos en las esquinas de mi cuarto. En la regadera y
los gritos de los gatos. Estoy llena de hormigas y siento sus patas sobre toda
mi piel. Cosquillas deliciosas. Ansiedad y espera. Goce. Quiero guardarlo en un
cajón con llave. En mis cajas que meto dentro de cajas, dentro de cajones, solo
para olvidar después donde quedaron. Amarrarse un listón rojo en el pulgar
derecho para recordar todo el día que Existimos. Existo. Estoy. Lo olvido entre
las copas y el dolor de abdomen. Cuando pienso en tu mano recorriendo mis
dedos. Lo olvido en el tráfico sin música y en las plazas atiborradas de gente.
Gente con prisa, con miedos, con sueños, con cosas colgantes, sobrantes, reminiscentes
de sueños que no recuerdan. -Existimos. Te digo mientras busco tus labios.
Existimos. Te susurro. Y fluir de agua me acomete de punta a punta. Dispara en
mi pecho y se extiende por mis brazos. Existimos. Y quiero besarte. Te hablo de
secretos pero te miento. Miento por gusto. Porque mentir me permite inventarme
vidas y transformarme por momentos breves. Nocturnos. Puedo ser por ejemplo una
apasionante ama de casa y día. Una loca excéntrica que teme a las escamas
gelatinosas de los crustáceos. Una enamorada. Una mujer con miedo. Una mujer
con un ansia tan grande de vivir que lo siente todo como una ola que asota.
Bailar con locura desnuda bajo la lluvia del desierto. Amar hasta el final del
silencio. Amar hasta el silencio mismo. Escribir. Escribir los textos que se me
caen de las manos. Textos perdidos. Desordenados y catastróficos. Textos de
pieles y olor a clavo. Encontrar los que me seducen en el sueño y me despiertan
toda cubierta de nauseas. Descubrir mis miedos. Todos entre palabras.